martes, septiembre 09, 2008

Marina Ivánovna y Ósip Emélich de visita en el cementerio


¡Pobres muertos! ¡Nadie piensa en ustedes! Todos piensan en sí mismos, en quién podría yacer aquí y quién allá. En sí mismos, yaciendo aquí. ¡No basta con que Dios les haya quitado la vida, la gente — Mandelstam con su “miedo” y yo con mi “bienestar” — les quitamos también la muerte! ¡No basta con que Dios les haya quitado la tierra toda, nosotros les quitamos las últimas tres arshinas que les quedan!
... No nos basta la tierra toda con sus colinas y casas, queremos además la colina de ustedes, su casa. Habituarse, aprender, temer, salvarse... Todos — a probar. Y luego nos asombramos cándidamente cuando en alguna vuelta del camino o del corredor...
Si hay que asombrarse de algo, es de la rareza de sus visitas, de su modestia, de su delicadeza... Si yo estuviera en su lugar...
Una respuesta silenciosa: “Si nosotros estuviéramos en el tuyo...”

Marina Tsvietáieva, Una dedicatoria

jueves, septiembre 04, 2008

Nexhmije Hoxha, viuda de Enver Hoxha, dictador de Albania, habla en su celda de Tirana sobre Kadaré

La sonrisa desapareció cuando mencioné el nombre de Ismaíl Kadaré. El célebre escritor, antiguo amigo de los Hoxha, había huido a París un par de años después de la muerte de Enver. Contrariamente a los demás albaneses, Kadaré tenía pasaporte. Una vez en el exilio, se reveló como un ardiente adversario político. ¿Era un traidor? Por primera vez, la Viuda negra vaciló. En el fondo, el refinado Kadaré había demostrado al mundo que Albania no era el país inculto que tanta gente creía. Al final, eligió una contestación diplomática:
—No lo considero ya un amigo. Ha escrito cosas monstruosas sobre mi marido después de que durante veinte años lo tratáramos como a un hermano. Sin embargo, es un gran escritor.

Riccardo Orizio, Hablando con el diablo

martes, septiembre 02, 2008

Autor lusitano


Escribo para ti desde que empecé, sin lisonjearte, evidentemente, pero también sin ser insensible a tus reacciones. Formamos parte de un mismo presente temporal y, lo quieras o no, de un mismo futuro intemporal. Ahora sufrimos las vicisitudes que el presente nos impone, compañeros como somos en la apremiante realidad cotidiana; más tarde seremos el polvo de la Historia, el ejemplo prometedor y maldito, el pretérito que se cumplió bien o mal. Si yo hoy olvidase tus angustias y tú las mías, seríamos ambos traidores a una solidaridad de cuna, umbilical y cósmica; si mañana no estuviésemos unidos en los hechos fundamentales que la posteridad ha de juzgar, estos años pasados perderían todo significado, porque donde está o ha estado un hombre es necesario que esté o haya estado toda la humanidad.
Miguel Torga, Bichos