jueves, diciembre 30, 2010

En la radio

Participaré en el programa La feria radiofónica de los libros, que conduce Fernando Fernández en Horizonte (107.9 de FM). Esto será mañana viernes 31, a las 3.00 pm (hora del centro de México). Junto a Armando González Torres, comentaré algunas de las novedades literarias interesantes del 2010.

miércoles, diciembre 29, 2010

Febrero de 2011: Anuncio, 3

Escribir una novela del hoy con los recursos de hoy y de ayer: la palabra posmoderno no anula sino que incluye la palabra moderno.

domingo, diciembre 26, 2010

LXV

Toda timidez algo esconde: en algunos casos, el megalómano afán de ser un incomprendido a la espera del visionario aplauso que descubra su excepcionalidad.

sábado, diciembre 25, 2010

LXIV

Eso de que me acusas lo ves en mí no sólo porque en efecto así soy: también porque, de entre tanta gente en el mundo, en mí has encontrado a tu simétrico espejo.

jueves, diciembre 23, 2010

LXIII

Anda, qué valiente. Véndete ahora, barrigón, como el purísimo enemigo de todo aquello de que te has alimentado desde que, muerto de hambre, rogabas por entrar a los banquetes...

miércoles, diciembre 22, 2010

Febrero de 2011: Anuncio, 2

Una novela, por oblicua, más vehementemente contemporánea: fabular de cartas manuscritas en tiempos del correo electrónico.

LXII

El mutuo elogio que no logra esconder el mutuo desprecio...

viernes, diciembre 17, 2010

jueves, diciembre 16, 2010

LXI

Ah qué solvencia de quien descalifica con dos frases tajantes al crítico por no estar de acuerdo con sus argumentos. Se queda con la ilusión de que así ha demostrado que los suyos son superiores aunque no se tome el trabajo de siquiera demostrar que existen.

miércoles, diciembre 15, 2010

Febrero de 2011: Anuncio, 1

Lo que hoy sería la novela de la Revolución.
Es decir, una falsa novela de la (imposible) Revolución.

martes, diciembre 14, 2010

lunes, diciembre 13, 2010

Cuentos anómalos

Un comentario de Alejandro de la Garza sobre mi libro Habla de lo que sabes apareció publicado en la revista Milenio Semanal del 6 de diciembre pasado.

domingo, diciembre 12, 2010

Después de la indignación

El suplemento Laberinto, del periódico Milenio, pubicó ayer sábado mi ensayo «Después de la indignación».
La semana pasada leí, en el mismo suplemento, un estremecedor poema de María Rivera sobre nuestros muertos de hoy (aquí el enlace). El verso «Los muertos que encontraron colgando de los puentes», del poema de María, está ilustrado por la obra Colgados, de Jesús Iglesias, que reproduzco en esta entrada.

viernes, diciembre 10, 2010

La destrucción del norte

La revista Letras Libres, en su número de este mes (144), incluye mi texto crítico «La destrucción del norte», sobre el libro de relatos La marrana negra de la literatura rosa, de Carlos Velázquez.

miércoles, diciembre 08, 2010

Taller en Mérida



Fue un gusto enorme estar yendo a Mérida a dar el taller de narrativa y ensayo organizado por la Biblioteca Básica de Yucatán. Éstas de arriba son fotografías de la tercera sesión, y fueron tomadas por el infalible Manuel Tapia.

martes, diciembre 07, 2010

Escorpiónica en entrevista con Alejandro Toledo

«Soy muy selectiva, en mis amistades, en mis relaciones, en mi alumnado, ni modo. Ahí sí soy muy escorpiónica, muy autocrítica. Lo que aplico a los demás, primero me lo aplico a mí, y conmigo soy bastante estricta... Hay que cambiar de piel. Todos cambiamos astrológicamente cada siete años, aunque no todos se dan cuentan, no todos quieren, no todos aceptan, pero yo sí... por mi idiosincrasia, digamos. No me queda de otra. Con eso y con el regreso definitivo a México, luego de seis años de autoexilio, también para mí significa otra vuelta en la espiral; la última, quizá.»

Entrevista con Esther Seligson, incluida por Alejandro Toledo en su libro A sol y asombro.

lunes, diciembre 06, 2010

Una obligada calma

Karla Marrufo escribió un texto crítico titulado "Una obligada calma", sobre mi libro de relatos Habla de lo que sabes. El enlace está en su blog Deseo[s] reciclado[s]: aquí.
Una obligada calma
Karla Marrufo
Dice Carlos Pellicer en uno de sus nocturnos: “No tengo tiempo de mirar las cosas/ como yo lo deseo./ Se me escurren sobre la mirada/ y todo lo que veo/ son esquinas profundas rotuladas con radio/ donde leo la ciudad para no perder el tiempo./ Esta obligada prisa que inexorablemente/ quiere entregarme el mundo con un dato pequeño”.
No sé si por desidia, indiferencia o falta de tiempo, la mirada diaria tiende a conformarse con ese dato pequeño y una versión simplificada de las cosas. Desde luego hay también excepciones, miradas lúcidas que son atenta lectura del mundo y sus complejos universos. En ellas prevalece una obligada calma capaz de anular el tiempo y de comprender el espacio en otras dimensiones.
Los cuentos que conforman Habla de lo que sabes de Geney Beltrán Félix son, en muchos sentidos, una mirada profunda hacia los ámbitos más conflictivos del ser humano, hacia sus facetas más grises y sus resquebrajamientos. Como oportunamente afirma Alejandra Pizarnik, hablar de lo que uno sabe debe remitir al silencio cómplice y duro a que nos obliga aquello que vibra en la médula, al claroscuro que hace residencia en la mirada, al dolor, al vértigo, a la desolación.
Desde un narrador que en la mayoría de los cuentos tiende a erigirse como testigo cercano de ese proceso de meticulosa observación, asistimos a diversos episodios donde la soledad, el desencanto y la incomunicabilidad parecen ser las únicas huellas a seguir en un camino laberíntico y sin regreso. La peculiaridad de este narrador, sin embargo, reside en que, más que describir sucesos ajenos, pareciera una especie de alter ego que se mira a sí mismo desde una imprudente distancia: demasiado adentro de sí como para permanecer impasible, demasiado cerca del espectáculo del propio desasosiego. Quizás por eso las historias se encuentran focalizadas en la trayectoria de un protagonista que de pronto se encuentra solo en una cotidianidad que se vuelve extraordinaria y le conmina a explorar sus sentimientos, pensamientos y temores.
Las rupturas familiares, la distancia abismal entre padres e hijos, hombre y mujer como pareja; el estar constreñido por una situación económico social particular, la frustración del sueño o el amor no realizado, las múltiples interrogantes inherentes a la creación literaria, se ven atravesadas por decisiones o circunstancias que rayan en la situación límite, en la disolución de las fronteras entre lo real y lo imaginario. En cuentos como “Anoche soñé que volaba”, “La hija” o “Los perseguidos”, la introspección de los protagonistas los satura hasta culminar con el asesinato; mientras que en historias como “La celda en la Ciudad”, “Ese mundo de extraños” y “Hondonada”, la confusión se hace una con el interior de los personajes, posicionándolos en un espacio y un tiempo imprecisos que apelan más a la lógica caótica del sueño y que, por momentos, lindan con lo fantástico.
A modo de eco, la Ciudad (con mayúscula) que contiene a estos personajes, se levanta hostil y desmesurada. Desde el primer cuento, “La celda en la Ciudad” se dispone de un espacio que nada tiene de benévolo, más bien es eso, una prisión en sí misma y una metáfora de los límites que también imponen el matrimonio, la paternidad, el ser hombre, hermano, hijo o simplemente un ser humano con toda su humanidad a cuestas. Las vistas de esta Ciudad son pues escenario y reflejo del ser interior que se aproxima a un punto crítico. En “Perdonados por quién”, por ejemplo, el cuerpo y el pensamiento del protagonista experimentan un derrumbe paralelo al de los edificios en un terremoto, por eso afirma en medio de su malestar que “todo aquí es polvo”, mientras se repite taladrante la pregunta “¿qué es estar vivos?”. En “Anoche soñé que volaba” la Ciudad que se mira desde arriba en sueños es el punto de partida y el destino final de una vida que se modifica rabiosamente, en el pleno centro de la sordidez, la soledad y el desamparo. Cuando llega a estos extremos es contundente, cuando no, la Ciudad-espacio se instala con una extrañeza profunda que desconcierta: no sabemos si así son las cosas o si así se proyectan desde la perspectiva de cada personaje perdido en sí mismo y respecto a los otros. En “Ese mundo de extraños”, la nostalgia es la que atraviesa la ocupación del espacio, del departamento de un hombre (en primera persona), que sin explicación de por medio empieza a encontrar nuevos inquilinos en cada rincón. Como una especie de diálogo con “Casa tomada” de Cortázar, esta historia exhibe en su circunstancia improbable la dureza de la soledad, los recuerdos y el deseo cercenado. En “Hondonada”, la Ciudad es confusión, laberinto y cansancio, búsqueda y espera inútil, nombres absurdos de calles que tal vez cambien de lugar, reiteración de las limitantes que aquejan a Omar.
Nada hay de apacible en estas historias. Todo lo contrario. En Habla de lo que sabes no hay cabida para el contentamiento con el dato pequeño, con la imagen idealizada del núcleo familiar o el amor filial o erótico como certeza a la cual asirse. Cada cuento está dispuesto como una obligada calma para mirar las cosas frontalmente, en todos sus detalles, con toda su violencia.

viernes, diciembre 03, 2010

Imagen de un infante difunto

Carlos Martín Briceño, Roberto Azcorra Cámara, elgeney, Pedro Infante y Karla Marrufo, en la Casa Colón de Mérida, Yucatán, jueves 3 de diciembre de 2010, después de la presentación de Habla de lo que sabes.

miércoles, diciembre 01, 2010