La sonrisa desapareció cuando mencioné el nombre de Ismaíl Kadaré. El célebre escritor, antiguo amigo de los Hoxha, había huido a París un par de años después de la muerte de Enver. Contrariamente a los demás albaneses, Kadaré tenía pasaporte. Una vez en el exilio, se reveló como un ardiente adversario político. ¿Era un traidor? Por primera vez, la Viuda negra vaciló. En el fondo, el refinado Kadaré había demostrado al mundo que Albania no era el país inculto que tanta gente creía. Al final, eligió una contestación diplomática:
—No lo considero ya un amigo. Ha escrito cosas monstruosas sobre mi marido después de que durante veinte años lo tratáramos como a un hermano. Sin embargo, es un gran escritor.
Riccardo Orizio, Hablando con el diablo