La nueva obra de David Olguín (México, 1963), La lengua de los muertos, es una reflexión poderosa sobre la historia, el mal y la destrucción de sí mismo, que parte del "encuentro imposible" entre el doctor Aureliano Urrutia, ex secretario de Gobernación bajo la dictadura de Victoriano Huerta, y el senador de la república Belisario Domínguez, antes de ser asesinado una noche de octubre de 1913. Como siempre en el caso de Olguín, estamos ante un teatro para espectadores adultos, como diríamos parafraseando a Virginia Woolf al referirse a la edad mental requerida para quienes lean las novelas de George Eliot. En la cumbre de su madurez, Olguín entrega una obra compleja y provocadora en sus cuestionamientos morales, a la vez que demuestra sus amplios poderes de lenguaje.
La lengua de los muertos, dirigida por su autor, corre temporada en el Teatro El Milagro de la ciudad de México (Milán 24, entre Lucerna y General Prim, colonia Juárez), los jueves y viernes a las 9:00 de la noche, los sábados a las 7:00 y los domingos a las 6:00. Actúan Rodolfo Guerrero, Humberto Solórzano y Gerardo Taracena.