La cámara fija vuelta una herramienta de tortura: ¿qué se supone que entrega esta película al paciente espectador a cambio de esa holgazana, exasperante inmovilidad? Un exotismo fantasmagórico por demás fallido, y que sólo explota los ramalazos de la mala conciencia europea ante cualquier "irracionalismo" tercermundista.