domingo, mayo 15, 2011

CXIII

Falso que vivamos de nuevo nuestra infancia en la infancia de nuestros hijos. Al ver la pena, el desconcierto y la frustración que les provoca el aprendizaje del vivir, nos sentimos aliviados de que la adultez, con todo y su mezquindad y cinismo, signifique ser menos vulnerables —aunque eso no signifique que hayamos aprendido a lidiar con el vivir.