jueves, febrero 25, 2010

A Tlaxcala de nuevo

Luego de un esguince de tercer grado y seis semanas de muletas, retomo el curso-taller de ensayo literario que estoy impartiendo en Tlaxcala, Tlaxcala. Las sesiones de este fin de semana serán mañana viernes de 4 a 8 pm y el sábado de 10 a 2, en la sede del Instituto Tlaxcalteca de Cultura. Ahí nos vemos.

miércoles, febrero 24, 2010

Nadia en Minería


Nadia Villafuerte, la autora de ¿Te gusta el látex, cielo?, se presenta en la Feria del Libro de Minería este sábado 27, a la 1 pm, en el Auditorio Tres. Nadia participa en el ciclo Jóvenes Escritores en Palacio, y será entrevistada por Vicente Alfonso.
En este mismo ciclo estarán también Mijail Lamas, platicando con Jorge Mendoza Romero (el viernes a las 5 pm), y Hugo Alfredo Hinojosa, cuestionado implacablemente por elgeney, el domingo a la 1 pm.

No volveré, de Guillermo Arreola, en San Miguel de Allende

Guillermo Arreola inaugura este viernes 28, en San Miguel de Allende, Guanajuato, su exposición No volveré. Para más información, hay que darle clic a la imagen.

martes, febrero 23, 2010

Otra invitación

Invitación

Presentación de dos nuevos títulos de la colección Biblioteca Mexicana, coeditada por Conaculta y el FCE: este domingo 28, a las 12:oo horas, en el Salón de Actos de la Feria del Libro de Minería.

lunes, febrero 22, 2010

Resonancias de Minería y de Esther

Algunas noticias sobre Esther Seligson, sus homenajes, etcétera: en Justa, Unomásuno, en Conaculta, en el sitio de la Feria de Minería, en Proceso y en La Jornada.
Texto de David Huerta sobre Esther, en El Universal: aquí el enlace.
Columna de Humberto Musacchio sobre Esther, en Excélsior: ir aquí. (En efecto, Todo aquí es polvo, el título de su inédito libro de memorias, lo tomó Esther de una frase, mas no un verso, de una mi novela igualmente inédita, y de mi relato «Perdonados por quién», que está en Habla de lo que sabes.)
Texto de Adriana del Moral Espinosa sobre Esther, en La Jornada Semanal: aquí.
Recuento de Angélica Abelleyra sobre el Taller de Sacerdotisas: aquí.

En otro orden de ideas, dejo aquí el link para conocer las actividades del Forca Noroeste en la Feria del Libro de Minería: aquí.

sábado, febrero 20, 2010

HOY: Queremos tanto a Esther

Hoy sábado 20, 19:00 horas
Ex-presentación de Cicatrices, último libro de Esther Seligson (publicado por Páramo), convertida en homenaje a nuestra querida maestra, amiga, autora
Participan: Antonio Crestani, Julieta Egurrola y Saúl Káminer
Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería
Auditorio Dos

viernes, febrero 19, 2010

Un texto de 1996 sobre Hebras, de Esther Seligson, escrito por Alejandro Toledo


Uno de los primeros recursos de la crítica literaria, al intentar describir la obra de Esther Seligson, es apelar a su rareza, su marginalidad. A esto se llega por contraste. Los medios masivos de comunicación han creado el sobreentendido de que lo sencillo es "verdadero", y lo en apariencia difícil se torna "extravagante", es decir: "que se hace o dice fuera del orden o común modo de obrar" (si acudimos al diccionario). A alimentar el lugar común colabora buena parte de los reseñistas: por una confesada flojera profesional se dicen interesados por las obras inclasificables —que sin embargo los obligan a estudiar— pero sobre todo celebran como refrescantes los escritos anecdóticos, ligeros, periodísticos... Los autores se han visto igualmente entrampados en esta doble vía entre lo pensado y lo impensado, y ahora sueñan con escribir "best-sellers cultos", que es como querer invadir un campo militar para convertir en pacifistas a los soldados. Llamar "difíciles" a los libros de Esther Seligson es, por tanto, volverse cómplice de ese gusto por la medianía. José María Espinasa, en el prólogo a Tríptico (1993), apunta: "Por eso [la de Esther Seligson] es una literatura difícil, porque pide ser leída con las mismas exigencias con que fue escrita".

Para seguir leyendo, ir al enlace: aquí.

Dos últimos días de Iluminaciones en el DF, sábado 20 y domingo 21 a la 1 pm en el Teatro El Milagro


jueves, febrero 18, 2010

Queremos tanto a Esther


Se han organizado tres homenajes para recordar a nuestra querida Esther Seligson, los tres en la ciudad de México:

Sábado 20, 19:00 horas
Ex-presentación de Cicatrices, su último libro (publicado por Páramo), convertida en homenaje
Participan: Antonio Crestani, Julieta Egurrola y Saúl Káminer
Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería
Auditorio Dos

Domingo 21, 12:00 horas
Toda la luz... Esther Seligson, in memoriam
Lectura: Laura Almela. Concierto de violonchelo: Jimena Jiménez Cacho
Sala Manuel M. Ponce. Palacio de Bellas Artes

Lunes 22, 18:00 horas
Homenaje a Esther Seligson
Centro Universitario de Teatro, UNAM
Foro del CUT

miércoles, febrero 17, 2010

No lo que pasa, lo que permanece: La sonrisa de Esther

El texto que sigue fue publicado en el suplemento Laberinto del periódico Milenio el sábado pasado, acompañando el fragmento final del libro inédito de memorias Todo aquí es polvo, de Esther Seligson.


En dos horas saldré rumbo al Panteón Israelita. Desde el lunes, incluso antes de recibir la invitación por celular, empecé a escribir estas cuartillas, en mi mente. Pero a la hora del teclado, una y otra vez he venido sintiendo que no es esto lo que quiero, debería, podría decir de Esther. O que todo será poco. Escribí un párrafo:
Una escritora (1941-2010) muere. Hablamos luego entonces de su vida: viajes, lecturas, hijos, alumnos, amoríos y pasiones (la mitología, el teatro, las gemas, el tarot, la astrología, uf: las religiones comparadas, la acupuntura, y siempre el viaje, y en el centro de todo la escritura). ¿Cómo? ¿Disminuirlo todo a un puñado de cuartillas? ¿Rebajar la vida a sólo un orden de palabras? ¿Y qué importancia tiene la vida de un escritor que ya no vive acá? Quiero decir: ¿qué le dirá a quien no la conoció y tal vez tampoco siquiera la ha leído? ¿Para qué un testimonio de amistad y mentorazgo, si lo que hace que los críticos hablen de ella no es la amistad ni el mentorazgo ante pocas o muchas generaciones: sino su escritura?
Hasta ahí el comienzo. Luego venía este párrafo, el elogio que al todavíanolector de sus libros le parecerá sospechoso, exagerado:
Sin embargo, cómo hablar de sus libros. Así, tan de repente. Decir que Esther Seligson es una estilista mayor de la prosa en lengua castellana. Que su obra narrativa un día será puesta al lado de las páginas de Virginia Woolf o Yourcenar o la Lispector. O afirmar que La morada en el tiempo es una de las proezas secretas que ha parido la novela en Hispanoamérica: todo esto, ¿qué? Basta leer cualquier relato de Toda la luz para percatarse: ahí la lengua española entrega capa tras capa de tensión y hondura intimista, una expresividad profunda, cargada de matices y resonancias que va desbordándose hasta obligarnos a ese detenerse que se traduce en: Nadie escribe así. Regresemos, leamos de nueva cuenta este párrafo, esta página, este libro, y los sentidos se concentran al máximo gracias a una escritura ficcional que convoca los sueños, el mito, la emoción, la memoria. No sólo los hechos, no sólo el narrar un incidente tras otro, si no lo que viene después en la sensibilidad del personaje, lo que se suma, a la manera de un eco paciente, en su psique: no lo que sucede (no lo que pasa), sino lo que permanece.
Pero (me dije): no hablar de sus libros, no ahora.
Hablar de su generosidad. Que era impaciente y arbitraria, sí. Que era iconoclasta, detodocriticona, también. Pero era una persona cálida, valiente y sobre todo generosa hasta la ingenuidad. Conocí a Esther Seligson en julio de 2005, cuando entré a trabajar en el Fondo de Cultura Económica como editor de literatura. Era su viaje anual a México, vivía en Jerusalem. Al año siguiente, en junio de 2006, fue a la editorial, hablamos.
—¿Y es bueno el libro?
—Ajá —le dije.
—¿Tienes una copia? ¿Me pasas una copia?
El autor de ese manuscrito era becario en la Fundación para las Letras Mexicanas, donde ella esas breves semanas daba un curso sobre Los versos satánicos. Esther había apenas visto dos o tres veces en clase al joven autor. Yo no entendía: ¿quería leer su libro? ¿Una escritora de su talla, interesada por ver cómo escriben los nuevos, los desconocidos y jóvenes? Cool. E inusitado.
—Si me gusta, te escribo una notita apoyando que lo publiquen, como dictamen. Si no me gusta, nadie sabe, nadie supo.
Le di el libro. Era miércoles. El lunes me habló:
—Pues es bueno, ¿eh? Salvo algunas cositas que, si me autorizas, le sugeriré que corrija. ¿Puedo decirle?
Me mandó un texto de una cuartilla hablando favorablemente de La noche caníbal. Este súbito aval, tan generoso y enfático, del libro de un muy joven escritor, Luis Jorge Boone, sirvió de mucho (de todo) a la hora de los comités editoriales.
Ésa, entre muchas, sería una estampa de su generosidad. Yo le debo interminables horas de conversación, por teléfono o en persona, cara a cara o en grupo, en su departamento de la calle Liverpool —donde siempre en sus tertulias nos ofrecía té, café turco, galletitas, dulces, chocolates—, en algún restaurante de la colonia Juárez o la zona rosa. Cada charla con ella era poco menos que una cátedra. Su capacidad para establecer relaciones luminosas entre distintos temas, su gran curiosidad intelectual, su genuino interés por vérselas frente a un interlocutor, no sólo ante un alumno, hacían de sus palabras un hilo continuo de revelaciones y sugerencias. Me regaló libro tras libro, así, liberalmente. Tuvo la liviandad de nombrarme su “agente literario”, de tolerarme como editor de su última obra publicada. Sobre todo, le debo un conocimiento trascendente del que apenas empiezo a tener noción: hizo mi carta astral y descubrió un Mercurio inaspectado en la casa de Escorpión, a algunos grados de un Júpiter igualmente encerrado, aunque él a disgusto, en esa profundidades, a partir de lo cual dieron inicio las informales lecciones de astrología. Es decir, me adoptó como “aprendiz de brujo”. Pues para ella, como para Steiner, una vida no examinada no valía la pena ser vivida: de ahí su introspección permanente, como la astrología moderna, con su enfoque en la psicología traspersonal, fomenta, exige. ¿Y para qué la introspección? Ella tenía la confianza de que la vida, por lo menos la propia, puede ser cambiada, y sólo así puede vivírsela más intensamente. Como ella lo hizo. Se fue serena, en paz. Gina Ogarrio estaba a su izquierda, yo le tenía tomada la mano derecha; cuando sobrevino el paro, su mano se tensó, luego la fue levantando, como extendiéndosela a la Diosa Madre, y después la posó sobre su pecho.
Pero (y no habría de disculparme por cifrar esta emoción) si algo recordaré de ella es su sonrisa. La sonrisa pícara de niña de ocho años cuando se sentaba en el suelo a jugar con mi hija Andrea, de ocho años. O la sonrisa burlona de cuando, hasta la semana pasada, me ponía agujas (era también médico acupunturista) en el pie esguinzado, burlándose de mis muecas de supuesto dolor. La sonrisa de Esther. La sonrisa.

Geney Beltrán Félix

martes, febrero 16, 2010

Descarada promoción de sí mismo

En la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (Tacuba 5, Centro Histórico, México, D.F.), mi libro de ensayos El sueño no es un refugio sino un arma se encontrará a la venta en la sección 5 (planta baja), correspondiente a la UNAM: stands 501-539.

Mi libro de cuentos Habla de lo que sabes se podrá conseguir en la sección 15, stand 1546, de Editorial Jus, y en el stand 1516-1517, del Forca-Noroeste (planta alta).

El sábado 20, a las 4:00 pm, estaré como moderador en la mesa redonda Jóvenes narradores del noroeste, II, organizada por el Forca-Noroeste, y en que participarán Nylsa Martínez (Baja California), Agustín Galván (Sinaloa) e Imanol Caneyada (Sonora). La actividad será en el Salón Rafael Ximeno y Planes.

Páramo en Minería


Mañana empieza la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, en la ciudad de México. Los libros de Páramo se podrán adquirir a precios desvergonzadamente bajos en el stand 1300, que compartimos con Textofilia y Quimera. El stand se halla en la planta baja, muy cerca de la sección del FCE.
Queremos tanto a Esther
El sábado 20, a las 7:00 pm, presentaremos Cicatrices, el último libro publicado en vida por Esther Seligson. Más que un comentario del libro, la presentación será una oportunidad para despedir a nuestra querida maestra, amiga y escritora. Habrá recuento de vivencias y lectura de fragmentos de su obra. Participan Antonio Crestani, Julieta Egurrola y Saúl Káminer. Modera elgeney. La actividad será en el Auditorio Dos.
Editores de alto riesgo
El viernes 19, a las 6:00 pm, participaré en la mesa redonda Editores de alto riesgo, con Alfredo Núñez-Lanz (Textofilia) y Sergio Téllez-Pon (Quimera). Modera Ricardo Sánchez Riancho. El acto será en el Salón de la Academia de Ingeniería.
Precios desvergonzadamente bajos
Mientras dure la feria, los libros de Páramo estarán a la venta a precios como no los encontrarás en ninguna otra parte. Un libro a 80 pesos; 2 libros a 150 pesos; 3 libros a 200 pesos. ¡No hay pierde!

lunes, febrero 15, 2010

Sobre Cicatrices

Aparece hoy en el periódico Milenio el texto crítico «El insominio de la memoria», de Mary Carmen Sánchez Ambriz sobre el libro Cicatrices, de Esther Seligson.
Lo traslado acá:

Se trata del último libro que Esther Seligson (Ciudad de México, 1941-2010) vio publicado. Lo comenzó a escribir en el 2000, sin premura fue seleccionando relatos y ensayos que a ella le agradaba denominar simplemente “textos”. Prefería que su prosa no fuera etiquetada con epítetos y clichés vacuos.
Hay que recordar que su obra estaba dispersa y un tanto olvidada en Ediciones Sin Nombre (por lo difícil que resulta distribuir en México los libros de editoriales independientes) hasta que en 2005 el Fondo de Cultura Económica editó la antología de ensayos A campo traviesa, y al año siguiente, Toda la luz, donde recopila varios libros de cuentos y reflexiones. Mucho del camino andado en Toda la luz se halla en estas Cicatrices: la fuerza de una escritura que convoca rigor y erudición, que hurga con pericia en lo onírico y perturbador que puede tener la vida misma, que pone el dedo en la llaga, en los fracasos del ser humano.
El primer relato, “Cuerpos a la deriva”, es un claro homenaje a Marguerite Yourcenar, texto notable al igual que el autobiográfico “Ella, mi madre”. El recurso de la reflexión breve queda acentuado en la segunda parte del libro; aquí se palpa la tendencia de la autora hacia lo fragmenTario y se percibe como devota de Cioran. Porque la literatura de Seligson abarca precisamente vigilias, epitafios, espejismos, fisuras, conjunto de cicatrices que ella define como “concierto de voces insepultas en el insomnio de la memoria”.
Esther Seligson falleció hace una semana. Se sabe que con su agente literario y amigo, Geney Beltrán Félix, dejó una obra inédita (se desconoce si Páramo Ediciones o el FCE la publicarán). Mientras eso ocurre, el lector podrá tener un valioso compendio narrativo que procede de la mejor estirpe literaria.
Seligson probó sin advertirlo las aguas del Leteo que, según cuenta Homero, curan de la razón y del dolor a quien se atreve a beberlas.

Esther Seligson en Laberinto


El sábado pasado se publicó en el suplemento Laberinto, del periódico Milenio, un fragmento del libro inédito de memorias Todo aquí es polvo, de Esther Seligson (un libro emotivo, entrañable sobre sus padres, infancia, hijos, amores y viajes que ojalá pronto vea la luz), además un breve texto mío recordando su generosidad: aquí el enlace.

viernes, febrero 12, 2010

Esther Seligson, por José Ramón Enríquez

Aquí traslado el texto de José Ramón Enríquez sobre nuestra llorada Esther Seligson, pubicado en el periódico Reforma:

Era difícil Esther Seligson. Entrañable pero difícil. Estaba tan acostumbrada a la ignorancia de los jóvenes cuanto dispuesta a vencerla con su palabra, pero no soportaba la necedad ni esa petulancia de quien se siente exento de obligaciones en el terreno de la cultura. Su poesía, sus ensayos, su conversación toda exigían atención e inteligencia. Si para Cioran "un libro debe ser un peligro", para Esther traducir al pensador rumano fue una aventura espiritual de tiempo completo.
Sus investigaciones sobre la Kabbalah no eran el escarceo de una diletante sino la entrega profunda de quien busca la Totalidad. Puedo afirmar sin miedo a equivocarme que Esther Seligson era una mística con todo lo que la palabra misticismo supone y exige. Hablé con ella suficientemente de Dios como para saberlo y viví cerca de ella momentos de dolor tan profundo y reacción tan genuina como para testificarlo. Alejada de las ortodoxias que se vuelven totalitarias e hipócritas, sabía de la fe y vivía rostro a rostro con la misma Presencia en la que ahora se encuentra idéntica y sonriente.
Nos entendíamos bien desde mi fe y la suya. La honestidad y la apuesta por vivir lo que la Vida tiene de inefable superan cualquier frontera teológica, y demuestran que la teoría no es más que la expresión en el lenguaje de una experiencia que lo trasciende todo.
Pícara, carnal, táctil y dulce, para ella el ser humano precisaba del abrazo de un otro, y mucho de la catástrofe que vivimos, individual y colectivamente, se debe a esa carencia de una otredad que nos dé su ternura.
No soportaba la prostitución en el arte, sobre todo en el teatro, que era su pasión, y no perdonaba la superficialidad que llena los escenarios. En El teatro, festín efímero, al ir formulando preguntas fue enumerando los linderos múltiples del teatro para después definirlo:
"El teatro es ¿eterna búsqueda del misterio de la condición humana?, ¿incansable enfrentar los designios de los dioses?, ¿confrontación de modelos culturales y sociales para romper con ellos, perpetuarlos, rescatarlos?, ¿espejo de una identidad, ¿expresión de los dominios invisibles del hombre? Como la de la vida, la esencia del teatro es inapresable, un camino siempre virgen, un encuentro siempre terrible y salvaje con lo divino, porque divino es todo acto creador".
Es decir, Esther veía en el teatro un camino para la santidad y así lo explicaba al hablar de Grotowski: "Se trata de una santidad laica, así como de un teatro que tiende a la sacralidad sin ser necesariamente religioso". Por eso del actor esperaba tanto y por eso fue fundadora y maestra apasionada del Centro Universitario de Teatro de la UNAM. También por eso los chavos del CUT están desolados. Han perdido a quien creía en ellos y les exigía:
"El actor 'santo' no se entrega al mejor postor; no se exhibe, no es autocomplaciente ni narcisista, no acumula trucos ni recetas para actuar, sino que trata de eliminar los obstáculos que su cuerpo opone al desarrollo y a la manifestación de su vida interior, de sus procesos psíquicos; no se conforma con la maestría adquirida sino que está siempre dispuesto a ir tras nuevas posibilidades, a empezar".
Entiendo la desolación de quienes se han quedado sin ella, pero no la comparto. Al igual que cuando hablamos sobre Adrián me dijo, sin retórica, que los dos sabíamos que él no se había ido, y tenía razón, así puedo yo decir a mis posibles lectores, sin retórica alguna, que Esther no se ha ido, y tengo razón.

lunes, febrero 08, 2010

Esther

Esther Seligson murió hoy, al mediodía, en su departamento de la colonia Juárez, en la ciudad de México, a la edad de 68 años. El entierro será en el Panteón Israelita, en la colonia San Miguel Chapultepec, este miércoles a las 12 del día.

miércoles, febrero 03, 2010

Sobre Jaspreet Singh

La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, en su número de febrero, publica el texto crítico de Gabriela Conde sobre el libro de relatos Diecisiete tomates y otras historias de Cachemira, de Jaspreet Singh, publicado por Páramo Ediciones. Aquí el enlace: ir a la página 32.