miércoles, abril 27, 2005

El amor como ficción

El amor loco es una invención de los poetas y novelistas. Por eso existe en la realidad.

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El amor es una ficción. Como todas, nace de la soledad. Como todas, fracasa ante el mayor roce con el otro.

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Pero el amor no existe. Quiero decir: somos mezquinos, alevosos, interesados, cogelones, posesivos, egoístas, ambiciosos, manipuladores. El amor es el retrato mandado a hacer para verse sin esos defectos.

Pregunta desesperada

¿Es el amor un acto de la voluntad?

lunes, abril 25, 2005

Reseña de El biógrafo de su lector

Pablo Martínez Lozada publicó en la revista Latinoamérica (número 37, 2003/2, pp. 413-416) una reseña de mi libro El biógrafo de su lector.

Geney Beltrán Félix, El biógrafo de su lector. Guía para leer y entender a Macedonio Fernández, México, Conaculta / Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, 2003 (Fondo Editorial Tierra Adentro, 258), 212 pp.

Pablo Martínez Lozada

Al leer libros como éste se agradece que aún existan premios que otorguen al ganador la publicación de un original inédito, pues El biógrafo de su lector es la típica pesadilla de un dictaminador: una obra clara, original, inteligente, realizada con un sentido del humor más que bienvenido, que cumple tanto en el análisis sesudo del tema en cuestión como en la escritura precisa y elegante, pero que comete el gran pecado de estudiar a un escritor del que todos han oído hablar pero que casi nadie lee. ¿Cómo publicar una obra así? Por fortuna, Geney Beltrán Félix recibió por esta Guía… el Premio Nacional de Ensayo Joven José Vasconcelos 2002, así que ya no es necesario plantear esa pregunta.
Aunque El biógrafo de su lector se anuncia como un estudio general sobre la obra de Macedonio Fernández (1874-1952), el grueso del libro es una lectura crítica de Museo de la novela de la Eterna (1967). El resto del corpus macedonio se analiza en términos de esta obra cumbre: así, las paginas dedicadas a No toda es vigilia la de los ojos abiertos (1928) se encargan de analizar las ideas metafísicas de Macedonio como preámbulo al estudio del papel que juegan en Museo…, pues “toda la obra literaria de Macedonio tiene como justificación postular un idealismo absoluto. Y de aquí nace su dificultad mayor. Sólo con el conocimiento de sus ideas metafísicas se ilumina ventajosamente la comprensión de sus ideas estéticas y de su exigente literatura” (p. 14).
Los primeros capítulos, entonces, están dedicados a No toda es vigilia…, los poemas y Papeles de Recienvenido (1929) en función de la obra novelística de Macedonio Fernández. La inquietud de este primer análisis es explicar la metafísica y la estética como claves de su narrativa. Si bien la metafísica macedoniana se expone brevemente en términos de otras filosofías, es en el examen de la teoría estética donde se halla lo más cercano a una discusión académica en todo el libro. Al hablar de la estética del argentino, Geney Beltrán establece una serie de paralelismos entre el autor y los formalistas rusos. Estas páginas pueden despistar al lector: aunque resulta claro que lo que se quiere es resaltar la originalidad y vigencia de los planteamientos de Fernández, lo cierto es que en un primer acercamiento esta parte del libro parece no estar del todo articulada con el resto. Sólo un examen más detallado permite entender el propósito de estos párrafos: situar al autor en la discusión estética de las vanguardias (hecho importante para alguien cuya cronología es engañosa, pues nunca se preocupó por la publicación de su obra) y demostrar el papel central que juegan las inquietudes estéticas de Macedonio en el centro de todos su textos.
Las paginas dedicadas a Papeles de Recienvenido y a la obra poética son mas bien someras, pero cumplen con el cometido de exponer con brevedad la teoría del humorismo conceptual y el idealismo que se muestra en los poemas de Macedonio: se trata de dos pasos intermedios, que preparan para el lector impaciente la entrada a la interpretación de Museo de la Novela de la Eterna.
La tercera y cuarta partes de la obra contienen el meollo de la exposición: la explicación de cómo, a través de las digresiones, los prólogos interminables, los juegos metaliterarios, logra el novelista producir en el lector un efecto estético que lo lleve a concluir “la negación metafísica de la realidad y la afirmación de la inmortalidad del ser” (p.192).
Se dice fácil. Pero tal efecto sólo puede comprenderse cabalmente conociendo las ideas filosóficas de Macedonio: de ahí la virtud y utilidad del libro de Beltrán. No estamos sólo ante un análisis riguroso de personajes y estructuras: El biógrafo de su lector presenta un verdadero mapa de ruta para leer Museo… sin tener que detenerse en interminables notas eruditas. Partiendo de la premisa de que Museo… es, a simple vista, una obra “fallida, mas actual” (p. 210), el análisis de Beltrán es una seductora invitación a la lectura de la obra mayor de Macedonio enfocada, precisamente, en las áreas que hacen esa lectura más engorrosa el lector común: la digresión, la disquisición metafísica, la estructura aparentemente deshilachada de la novela se muestran aquí no como defectos, sino como las piezas esenciales para entender el sentido de lo que se ha visto como un libro reservado para escritores y especialistas.
De ahí surge la pregunta más pertinente: ¿quién es el lector de este libro?
El grueso del público estará formado, sin duda, por profesores y estudiantes interesados en las vanguardias latinoamericanas. Aunque el libro no es académico (salvo, quizá, en la discusión sobre el formalismo apuntada más arriba), tiene la virtud de estar argumentado con todo rigor y –sobre todo– de incorporar los principales estudios que hasta ahora se han escrito sobre Macedonio Fernández. Esta labor por sí sola es valiosa: la síntesis bibliográfica debe ser una de las primeras metas que cumpla cualquier libro que sirva de introducción a la obra de un autor. Existe más de un curso de literatura latinoamericana en el cual se estudia a Macedonio, aunque sea de forma muy somera: se antoja que El biógrafo de su lector pueda convertirse en referencia importante para dichos cursos.
El otro tipo de lector parece menos natural, y es precisamente al que se debe invitar a esta lectura. Al contrario de lo que sucede normalmente con las obras críticas, es recomendable leer El biógrafo… antes de leer a Macedonio, y no después: los lectores se enfrentarán con menor desconcierto a las páginas de Museo... si están preparados para enfrentar sus obstáculos más notables. El presente libro es una magnífica invitación a la lectura de un escritor que se conoce demasiado poco, pero cuya lectura ayudaría, entre otras cosas, a situar mejor en su contexto la narrativa argentina del siglo XX.
Para terminar, unas líneas sobre el título. Beltrán apunta que Museo… dibuja una “biografía del lector” porque éste no está preparado para leer una novela tan original e innovadora. El juego, sin embargo, no termina con Macedonio: Beltrán lo incorpora de manera muy sutil para insertarse, cual los personajes de Ricardo Piglia, en el mundo (¿real? ¿ficticio? ¿importa?) de la novela de Macedonio. En primer lugar, desliza en puntos distintos de su obra apóstrofes al lector de inocencia aparente: “paciente lector”, “lector cuidadoso”, etc. Lejos de establecer una simple relación de complicidad, esto permite al ensayista jugar el juego macedoniano: calificar al lector vale lo mismo que inventarlo; Geney Beltrán es, también, un biógrafo de sus lectores.
En segundo lugar, si el autor comparte su “recorrido personal macedoniano” (p. 17), lo hace como lector de Macedonio, vale decir biografiado de Macedonio. Como el protagonista nabokoviano que, con el pretexto de publicar una biografía de Chernishevsky, presenta al mundo literario de los emigrados rusos un autorretrato deslumbrante, Geney Beltrán nos ha dado un libro que, con el pretexto de introducirnos a la lectura del incomprendido escritor argentino, también nos dice mucho de su lector: un crítico agudo y sensible, un profundo pensador de la literatura, un escritor ameno, preciso e incisivo. Como primer libro, promete sin duda muchísimo.

miércoles, abril 20, 2005

Suposición de semejanza

Como é por dentro outra pessoa
Quem é que o poderá sonhar?
A alma de outrem é outro universo
Com que não há comunicação possível,
Com que não há verdadeiro entendimento.

Nada sabemos da alma
Senão da nossa;
As dos outros são olhares,
São gestos, são palavras,
Com a suposição de qualquier semelhança
No fundo.

(Fernando Pessoa, Poesias inéditas, 1930-1935, tomo VIII de la Poesia completa en la editorial Ática)

martes, abril 19, 2005

Carta a Loulou, 1

Loulou, sonríe. Todos en la oficina están muy contentos de que las cosas te estén saliendo bien allá en Montreal. ¿Qué te puedo decir? Aquí se siguen descomponiendo las computadoras a cada rato, Vero no termina de pelearse con los técnicos de Informática, Gilberto ya tiene otra demanda por hostigamiento mental, Cynthia no deja de abusar de la paciencia del escáner, Jaime le sigue yendo a las Chivas (¡quién entiende eso!), Isa llega tarde y luego se enoja si la balconeamos, yo... bueno, yo me sigo peleando con... con todo el mundo, ya sabes, y esta ciudad y este país andan vueltos locos por unos políticos con ánimo de verduleros que no van a lograr que nada cambie (para bien, se entiende). No, viendo las cosas así te diría: mejor no vuelvas. Aunque por acá todos te extrañemos tanto.

lunes, abril 18, 2005

Exploración del miedo

Lo fácil es sufrir, tirarse al suelo después de que te han humillado y así buscar la leve lástima del otro, de los otros. También fácil será hacer daño, ser cruel y al mismo tiempo volver la vista al escenario para decir: Estaba obligado a hacerlo, no soy malo y además él se lo merecía.
¿Entonces? ¿Quién tiene la razón? ¿Hay verdugos y víctimas?
La raíz del mal es el miedo.
Así, con el miedo un hombre, una mujer cualquiera podrá, sin razonarlo e incluso razonándolo con mil justificaciones, caer en la piel del verdugo o en la de la víctima. Sólo existe el miedo. Nunca nos dejará. Sólo existe el miedo.

Epígrafe nuestro de cada día

Recibe sólo aquello que puedes volver a manos llenas...

José Luis Rivas, Relámpago la muerte

viernes, abril 15, 2005

El todoamoroso argentino

No creo en la muerte de los que aman ni en la vida de los que aman.

Macedonio Fernández

martes, abril 12, 2005

El poeta se niega a la conquista...

O poeta nega-se à conquista
e pela memória persistente erra:
na dor do nome afirma seu percurso;
entre palavras, não entre ilhas,
encontra os atlas codiciados
e seus portulanos, seus astrolábios
são suas móveis sensações;
à reluzente sala do butim
prefere o ouro entre o cascalho,
o mercúrio dentro da rocha,
o quetzal vivo no arvoredo,
canto que é puro esplendor;
ourives de seu desterro,
da matéria de sua pele
faz o gume de sua espada.

(Horácio Costa, fragmento de O menino e o travesseiro.)

lunes, abril 11, 2005

Sentido de irrealidad

Escribes porque el mundo no existe: hay que inventarlo (para sentirlo).
Escribes porque no existes: buscas el eco de tu voz en otros ojos y otros labios.
Escribes porque el mundo existe: hay que negarlo (y al dolor con él).
Escribes porque existes: raíz de toda angustia.

viernes, abril 08, 2005

Adiós a Loulou

Loulou se va a Montreal el martes. Quiero mucho a Loulou, me enseñó cosas extraordinarias que no será posible que olvide. Es una persona entrañable. Pero a veces se vuelve difícil decir esas palabras de frente. Espero que le vaya muy bien, a ella y a su hija. La extrañaré.

jueves, abril 07, 2005

Principio imposible de la escritura

Vamos indo retratando este mundo como deveria ser, antes que ele se acabe.

João Guimarães Rosa, “Os chapéus transeuntes”, de Estas estórias

miércoles, abril 06, 2005

Opinión personalísima sobre un tema de coyuntura

No, Nicoménicus, estoy en desacuerdo. Con o sin desafuero, el país se seguirá hundiendo. El Peje no es un imprescindible. A lo que voy es a que la defensa del PRD es de una cínica desfachatez: los delincuentes del Fobaproa, de los Amigos de Fox y del Pemexgate están libres, por lo tanto, dejen en paz también a nuestro propio delincuente. La no aplicación de la ley debe ser pareja. Esta interpretación "cristiana" del derecho (nadie está libre de pecado como para tirar la primera piedra, por lo tanto no hay que tirarle piedras a nadie) sólo permitirá que siga habiendo violaciones cínicas de la ley.
No, yo digo: ahora caerá el Peje, un gobernante déspota que no respeta las leyes (salvo cuando le conviene), que pasa por encima de los derechos de los ciudadanos que a priori él sabe no votarán por él, un iluminado que demuestra que lo peor del neoliberalismo es que permite el surgimiento de este tipo de demagogos... y quizá mañana caigan los otros delincuentes de la política, que no son peores ni mejores que él. Sencillamente iguales.
El Peje no es un imprescindible porque no es ni será un estadista. Para "mejorar" el transporte en la ciudad, acaba con los árboles de Insurgentes, porque es más fácil hacer un ecocidio que poner en orden a sus clientelas de microbuseros y taxistas piratas. Cuatro años en el poder y es hora que no ha resuelto los graves problemas del transporte público, una de las tareas básicas de un simple alcalde, pues el transporte es una de las necesidades básicas de la población. Y así hay tantas tareas de bajo perfil, de poco relumbrón, que debería haber hecho si realmente le interesaba gobernar esta ciudad por el ánimo de cambiar la realidad y no por juntar votos para la presidencia. No ha hecho ninguna.
Si lo desafueran o no, me da igual. Nada cambiará.

De Cernuda

Mas nunca nos consuela un pensamiento,
sino la gracia muda de las cosas.

Luis Cernuda

martes, abril 05, 2005

Para el pequeño francófilo enamoradizo que todos llevamos dentro

«une certaine ressemblance existe, tout en évoluant, entre les femmes que nous aimons successivement, ressemblance qui tient à la fixité de notre tempérament parce que c’est lui qui les choisit, éliminant toutes celles qui ne nous seraient pas à la fois opposées et complémentaires, c’est-à-dire propres à satisfaire nos sens et à faire souffrir notre coeur. Elles sont, ces femmes, un produit de notre tempérament, une image, une projection renversées, un « négatif » de notre sensiblité. De sorte qu’un romancier pourrait au cours de la vie de son héros, peindre presque exactement semblables ses successives amours et donner par là l’impression non de s’imiter lui-même mais de créer, puisqu’il y a moins de force dans une innovation artificielle que dans une répétition destinée à suggérer une vérité neuve. Encore devrait-il noter dans le caractère de l’amoureux, un indice de variation qui s’accuse au fur et à mesure qu’on arrive dans de nouvelles régions, sous d’autres latitudes de la vie. Et peut-être exprimerait-il encore une vérité de plus si, peignant pour ses autres personnages de caractères, il s’abstenait d’en donner aucun à la femme aimée. Nous connaissons le caractère des indifférents, comment pourrions-nous saisir celui d’un être qui se confond avec notre vie, que bientôt nous ne séparons plus de nous-même, sur les mobiles duquel nous ne cessons de faire d’anxieuses hypothèses, perpétuellement remaniées ? S’élançant d’au-delà de l’intelligence, notre curiosité de la femme que nous aimons dépasse dans sa course le caractère de cette femme. Nous pourrions nous y arrêter que sans doute nous ne le voudrions pas. L’objet de notre inquiète investigation est plus essentiel que ces particularités de caractère, pareilles á ces petits losanges d’épiderme dont les combinaisons variées font l’originalité fleurie de la chair. Notre radiation intuitive les traverse et les images qu’elle nous rapporte ne sont point celles d’un visage particulaire mais représentent la morne et douloureuse universalité d’un squellette.»

Marcel Proust, À l’ombre des jeunes filles en fleurs

lunes, abril 04, 2005

Nada quedará

Otra cosa que te decías es que de nada sirve escribir. Una vez que pasen los años y los siglos, el futuro habrá de terminar. En algún momento, el planeta estallará, los edificios y las carreteras y los campos y los cuerpos se volverán polvo del cosmos, y el silencio de la eternidad –o el silencio sin tiempo– regresará. Ni el Quijote ni Shakespeare ni Dante sobrevivirán a la infame destrucción. Todas tus emociones de padre, tus depresiones de adolescente, el descubrimiento del amor y el sexo, el deleite de los libros y la amistad, los viajes, la cerveza y el café, tus lágrimas por el padre muerto, todo habrá de esfumarse. Nada quedará después del fin.
Entonces ¿para qué escribir? Para qué sufrir ante la página en blanco, para qué corretear las pinches palabras que no se dejan, que se derriten en la frontera de la idea o la emoción sin lograr ni pálidamente trasmutarlas, para qué soñar con la fama y el reconocimiento y desvelarte ante la pantalla de la computadora, para qué ir por la calle dialogando mudamente con los fantasmas obsesivos que quieres transformar en palabras sin poner atención a los microbuses, la gente apresurada, el pavimento y las hojas de los árboles, para qué dejar de escuchar las palabras vivas de tu hija y hundirte en libros que no hablan, para qué renunciar a los gritos caducos pero intensos del mundo, si nada quedará.
Te dices que ninguna emoción, ninguna idea podrá sobrevivir al último día del futuro.
Y aún así insistes. A veces te llega la voz de la paciencia: no importa cuánto te tardes, no cuentes los meses y los años, tú sigue escribiendo. Tendrás treinta y cinco, cincuenta, setenta: en algún momento –luego de años o lustros o décadas– surgirá El Libro –Uno– que traducirá tu mundo sin traiciones. No desesperes. Escribe y borra, escribe y corrige, escribe y goza. Regresa a las frases una y otra vez, no las sueltes, no le des licencia a la pequeñez o al desaliento.
Llegará un momento en que ahí estará: el arte, las palabras exactas y vivas, una tras otra, ahí estarás tú, en el papel.
Y después, tiempo después, todo habrá terminado y nada habrá permanecido.

(Fragmento de "El miedo a escribir", ensayo publicado en TextoS 12, octubre-diciembre de 2003, pp. 135-138.)