miércoles, septiembre 27, 2006

Tema: el padre, su muerte

When the father dies, he writes, the son becomes his own father and his own son.

Paul Auster

martes, septiembre 26, 2006

En Brisées

C’est que nous sommes aujourd’hui fort éloignés d’un temps où l’on pouvait sans être trop naïf, croire à certaines possibilités de liberté… impossible, en ces années de nouvelle et plus rude avant-guerre, de prononcer sans ironie, colère ou amertume ce simple mot: libération.

Michel Leiris, 1938

lunes, septiembre 18, 2006

El hacha puesta en la raíz

Hablaba por teléfono con mi gran amigo LJ cuando llegó un mensajero y me dejó un paquete. Traía dos ejemplares de El hacha puesta en la raíz. Ensayistas mexicanos para el siglo XXI, libro voluminoso y muy bello que compilamos Verónica Murguía y yo para el Fondo Editorial Tierra Adentro.
Se trata de una reunión de ensayos inéditos escritos por autores mexicanos nacidos a partir de 1970. El conjunto de textos es muy rico, multifacético y contradictorio. Producto de una investigación de varios meses, la selección se realizó a partir de un material muy amplio. Y el resultado, pienso, es excelente: hay en sus páginas ensayos de temas muy diversos, con estilos, ideas y enfoques muy variados, que conforman un panorama de gran interés sobre el ensayo actual en México. (Está mal que yo eche tantas flores, pero como siempre dudo de estas cosas, y ahora no es el caso, hay que aprovechar.)
Claro, desde las cinco y media de la tarde, cuando me llegaron los ejemplares, y en vez de ponerme a escribir el ensayo sobre el ensayo total, o el comienzo de la novela de Emarvi, no me he pasado sino revisando el libro de la primera página a la última; estoy muy emocionado. Ya le puse un mail a todos los coautores para darles la noticia.
Pronto estará el libro distribuido en las librerías Educal de Conaculta. Y apenas haya fechas de las presentaciones, aquí postearé los datos.

martes, septiembre 12, 2006

El cartero y la enferma

Pasaron dos horas más y ese mediodía de principios de agosto el viejo Gabriel no llegó en su bicicleta, con su impermeable gris, a entregar cartas a nadie. El jueves, dos días después, otro cartero —un hombre de cuarenta y pico de años, bigote poblado y cara gorda, parecido al fontanero Mario Bros— llegó en su motocicleta y repartió en el edificio el doble o el triple de cartas que en un día normal.
María esperó al viernes. Llegó el mismo hombre desconocido. Ella salió a la verja y le habló por sobre el asfalto con un grito exigente:
—¡¿Qué pasó con el viejo?!
El hombre le contestó, ya sentado en la moto y de espaldas al edificio, listo para reiniciar su ruta:
—¿El ruco...? ¡El ruco está enfermo!
En ese instante María se sintió huérfana de súbito, huérfana en definitiva, desertada —y se imaginó a sí misma saliendo del jardín, tomar hacia la izquierda en la banqueta y caminar, sí, caminar.
¿Buscar al anciano? Ahora sí: hablarle, romper su celda mutua de silencios.
O, si no, simplemente irse.
Y perderse.

Balada de las últimas bombas

José Eugenio Sánchez

ron es un viejo actor del blanco y negro
que hacía dinero con cualquiera vendiendo entrevistas y pistolas
mientras
en el mundo caían varias bombas
george por su parte
es un ranchero petrolero que montaba una gran troka con un longhorn en el frente
junto a su mujer que masticaba una mazorca y escupía los pellejitos por la ventanilla
y en el mundo caían más bombas
bill en cambio
fumaba mariguana y le encantaba que sus amigas se la mamaran
no por eso dejaban de caer más y más bombas
pero era diferente a la época de georgy —el hijo de george—
que buscaba afanosamente el cariño de su padre
entre las bombas que caían sobre el mundo

sábado, septiembre 02, 2006

El veto a la ley del libro

José María Espinasa

El gobierno del presidente Vicente Fox se despide vetando -se dice observándola, pero en la práctica es un veto- la Ley para el Fomento a la Lectura y el Libro, ante la campaña de la Comisión Federal de Competencia y la Secretaría de Hacienda, escandalizadas por el terrorista ataque al sagrado dogma del neoliberalismo que -dicen- representa el precio único. No sólo desautoriza a las autoridades del sector educativo y cultural -la SEP y el CNCA apoyaron dicha ley-, no sólo ignora la decisión de las cámaras -en el Senado por unanimidad, en la de Diputados por amplia mayoría- y el acuerdo de los organismos gremiales y profesionales de la cadena productiva del libro, sino que deja al desnudo lo que antes disimulaba, su desprecio por el lector y por la lectura como elemento vital del desarrollo cultural.
De nada sirvió la argumentación conceptual, los ejemplos, la disección del funcionamiento económico y social del mercado del libro, las voces autorizadas y en buena cantidad que hablaron en favor, nada, prevaleció el dogma. Se le quiso objetar como anticonstitucional y no hallaron por dónde, y terminaron vetándola porque contradecía las bondades del capitalismo salvaje. No importó que se les demostrara que incluso bajo esa óptica el precio fijo resultaba benéfico. Y, desde luego, no tomaron en cuenta nunca el valor del libro como bien social.
Sería conmovedor, si no fuera patético, que todo se instrumentara como película de Hitchcock en su peor época, con la creación de un suspenso pueril que deja para último minuto el anuncio de lo que ya sabían desde muchos días antes. La tecnocracia resuelve así las cosas, de último minuto y de la peor manera. Presidencia tuvo la ley aprobada por las cámaras durmiendo en su escritorio tres meses y sólo cuando se vencía el plazo de su promulgación decidió hacer el veto. ¿Qué cara tendrá Reyes Tamez en este momento, cuando realizó una brillante defensa de esta iniciativa? La cara de todos los que hicimos algo por esa ley es de desconsuelo, pero Fox no es nuestro patrón y fue nuestro enemigo -en este caso no nuestro adversario- a lo largo de todo su sexenio. Nosotros seguiremos haciendo libros y él espero que cumpla su promesa de retirarse al rancho.
Los diputados y senadores de la nueva legislatura tendrán de nuevo como asunto pendiente algo de lo poco que sus antecesores ya habían resuelto. Habrá que insistir, más allá de la decepción, en la pertinencia de la ley y en especial del precio único. Se tendrá que volver a explicar a las cámaras el asunto, convencer a nuevos funcionarios y esperar que algún día -y que no sea demasiado tarde para la industria y la cultura- entre en funcionamiento. Los enemigos declarados de la ley celebrarán el asunto, los que -por cobardía más que por falta de convencimiento- no la defendieron tendrán que asumir su falta de compromiso y la responsabilidad en el desastre.
Mientras tanto, se tendrá que redoblar la apuesta por un lector activo, por el que lee por placer, en bibliotecas, en libros prestados, en aquel que hace el esfuerzo de apartar algo del gasto y compra un libro para sus hijos, aquel que se siente orgulloso de tener aunque sea una mínima biblioteca familiar, aquel al que se le despertará la vocación lectora más por necesidad que por azar, por aquel que sabe que la página es un territorio de libertad que no pueden robarse. En fin, después de tantas afrentas contra la democracia y la cultura ya no debería sorprendernos una más. Y sin embargo nos sorprende.

(Este texto de José María Espinasa se publicó en La Jornada hoy sábado 2 de septiembre.)