domingo, febrero 28, 2016

Una respuesta

Publiqué el 17 de febrero pasado un ensayo de título "Esto es lo que (no) hay: la literatura en el México del 2016", en la revista virtual Horizontal. En el sitio web de la revista Letras Libres, el profesor y escritor Jorge Téllez hizo aparecer, el pasado día 25, un texto, "Stendhal en el parque", en que aborda algunos de los asuntos tratados por mí en aquel ensayo. Me pareció necesario escribir los siguientes comentarios:

El texto de Jorge Téllez incluye tergiversaciones y simplificaciones de lo que yo he escrito. Él afirma que, para resolver el problema de la ausencia de disenso en la literatura mexicana, propongo en “Esto es lo que (no) hay” el nacimiento de un Instituto del Libro. Falso. Lo que sí dije es que un Instituto de Libro sería el mecanismo adecuado para hacer resurgir —no la crítica— la industria editorial mexicana. ¿Por qué la confusión? Me temo que Téllez ve más fácil refutar a un colega caricaturizando sus argumentos.
Lo mismo ocurre en su muy veloz comentario de mi texto “Escribir esta historia es imposible”, sobre los dos libros recientes de cuentos de Gabriel Wolfson, Profesores y Be y Pies. Téllez omite sospesar mi reflexión sobre las condiciones en que se gestaría una ficción con esas características, y las repercusiones políticas que habría de tener; todo lo explica, en cambio, con base en un supuesto prejuicio ante el académico que no sale al parque. Téllez se apresura: antes de juzgar, es necesario analizar los decires ajenos. De fondo hay en este reparo suyo, sospecho, la idea de que la creación contemporánea sólo puede ser desmenuzada de una estricta forma, con unos lentes que, por lo que leo, él supone sólo se entregan en la academia. Pienso en la crítica como un diálogo más amplio y más libre, donde no se requieren doctorados sino argumentos.
El tenor principal de la respuesta de Téllez es la reivindicación de las labores académicas. Para él, si no lo leí con el apresuramiento que él mismo se permite, la reseña ha desaparecido en México porque ha cedido su lugar a los estudios y monografías que salen de los cubículos. Hay dos errores aquí. Uno es: desde hace muchas décadas existen estudios académicos en México; convivieron, de hecho, con el periodismo literario. Lo que sí es innegable es que, mientras la academia en México sigue recibiendo subsidios para fomentar investigaciones como las que Téllez cita, y muchas más, y mientras numerosos mexicanos han podido realizar su carrera y su obra, con merecidos apoyos, en universidades de Estados Unidos, la reseña no ha contado con la misma suerte. Que Téllez se permita la impresionista afirmación de que en mi ensayo hay una “nostalgia” por un mundo perdido, le sirve para validar el actual estado de cosas y no adentrarse, libre de prejuicios, en la exploración del fenómeno. Así, evita enfrentar lo que al fin señalo en “Esto es lo que (no) hay”: que la muerte de la reseña tiene en México causas sistémicas (el mecenazgo y la concentración editorial) y consecuencias sociales y políticas (el nulo diálogo en torno de los libros en la vida del ciudadano de a pie), y que hay una relación entre una comunidad cultural que no discute públicamente sus libros y la dificultad de nuestra sociedad para enfrentar con mayor énfasis crítico la deriva de corrupción y violencia en que se halla el país. ¿Por qué Téllez elude estos temas?
Jorge Téllez también se equivoca en otro aspecto: la reseña y el paper nunca han tenido la misma función. Es ilusorio buscar aquí una dicotomía: no es que los reseñistas de hace cuarenta años sean los profesores de 2016; no es que, si hay academia, no puede haber periodismo literario. Investigación y divulgación se necesitan una a la otra. Porque lo que tenemos ahora es la pérdida de espacios para la difusión y el diálogo libresco en la esfera pública. De hecho, la producción académica conoce la misma suerte de mucha de la literatura mexicana: su escasa o nula circulación fuera del ámbito propio da lugar a que lo verdaderamente valioso de sí difícilmente alcance una repercusión social. Esto se debe, creo, no a una conjura de escritores prejuiciosos contra el medio universitario, sino a un problema estructural que define la ordalía de la cultura de hoy en México, y en lo que nunca será innecesario insistir: tanto el desastre educativo, la falta de librerías y el desabastecimiento de las bibliotecas públicas, como la disposición de un estado mecenas a subsidiar la creación mas no la crítica y los requerimientos de validación universitaria —los de Conacyt en México— que desestimulan la participación de los investigadores en labores de divulgación.
Llama la atención que si Téllez tan económicamente despide a la reseña actual como “impresionista”, “conservadora” o “ambas cosas”, no tenga el mismo ánimo exigente con la producción académica. Cualquier diría, luego de leer su texto, que en ese espacio no hay la menor mediocridad ni complacencia, y que, por citar ejemplos, Liliana Weinberg e Ignacio Sánchez Prado, dos pensadores de lo más lúcidos, son la norma y no, lamentablemente, las excepciones en un panorama, por lo menos en lo que respecta al entorno mexicano, donde no están ausentes las mafias, los plagios y el adocenamiento intelectual.
El camino que toma Téllez es lo menos crítico que hay: la propaganda. Su operación de soltar nombres y acomodar links de ejemplos de trabajo académico actual es un ejercicio de relaciones públicas, pues lo lleva a obviar la exigencia de ofrecer argumentos que sostengan sus elogios. No da más pruebas que sus dichos: la enumeración entusiasta de investigadores y proyectos suple la revisión puntual de cada uno, tarea que, ya entrados en esto, podría él mismo emprender quincenalmente en su bitácora. El trabajo de Oswaldo Zavala, de Tumbona o de Sur + saldría ganando si, más que blurbs apresurados que a muy poco comprometen, recibieran un examen más detenido. El crítico, sea del gremio que sea, nunca debe volverse un publicista; por más encomiables que nos parezcan, y sean, las intenciones de una editorial independiente o un proyecto de investigación, la mayor muestra de respeto que les debemos es, siempre, leerlos con distancia y rigor, sin condescendientes palmaditas en la espalda.
Curiosa forma de refutar mi ensayo la que encuentra Téllez: dándome la razón. En mi ensayo señalo esa camaradería, ese campamento de boy scouts en que se ha convertido el medio literario de México; Téllez me hace creer que esa misma camaradería sonriente parece estar campeando en las parcelas de la academia por las que él transita.

lunes, febrero 22, 2016

Escribir esta historia es imposible

La revista Letras Libres publica este mes un mi texto crítico sobre dos libros de relatos de Gabriel Wolfson: Be y Pies y Profesores. El enlace está aquí.

miércoles, febrero 17, 2016

Esto es lo que (no) hay

La revista Horizontal publica hoy mi ensayo «Esto es lo que (no) hay», sobre la situación social de la literatura en el México del 2016. La liga es esta.

martes, febrero 16, 2016

A 80 años del estallido de la Guerra Civil, un acercamiento a lo mejor de la literatura española, en la Feria de Minería

La Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería está por empezar. Por cuarto año, la Feria organiza el ciclo Los Críticos Recomiendan, en que un grupo de especialistas de la disciplina literaria dialogan con los asistentes sobre qué leer y por qué. Este año, el tema del ciclo es la literatura de España, con motivo de los 80 años del inicio de la Guerra Civil.

Las mesas son las siguientes:

VIERNES 19 DE FEBRERO DE 17:00 A 17:45 HRS. 
Mesa redonda: Qué leer sobre la Guerra Civil Española. Participan: Vicente Alfonso, Armando González Torres, Guillermo Vega Zaragoza.  AUDITORIO SEIS.

DOMINGO 21 DE FEBRERO DE 16:00 A 17:30 HRS. 
Mesa redonda: Obras de las escritoras españolas más destacadas. Participan: Alma Delia Miranda Aguilar, Iliana Olmedo, Ingrid Solana. SALÓN MANUEL TOLSÁ.

VIERNES 26 DE FEBRERO 17:00 A 18:30 HRS.  
Mesa redonda: Poesía española del siglo XX: sus libros más importantes. Participan: Juan Pablo Muñoz Covarrubias, Fernando Fernández, Francisco Meza Sánchez. AUDITORIO CINCO.

SÁBADO 27 DE FEBRERO DE 16:00 A 16:45 HRS.  Mesa redonda: Obras notables de los autores del Exilio Español.  Participan: Lourdes Franco e Iliana OlmedoSALÓN EL CABALLITO.

DOMINGO 28 DE FEBRERO DE 17:00 A 18:30 HRS. Mesa redonda: Grandes obras de ficción de España después de la Guerra Civil. Participan: Hugo Enrique del Castillo, Blanca Estela Treviño y José María Villarías. SALÓN MANUEL TOLSÁ.

sábado, febrero 06, 2016

El arte soy yo

Hoy se publica mi ensayo "El arte soy yo: Juan Vicente Melo y la disolución", en el suplemento El Cultural. El próximo día 9 se cumplirán 20 años de la muerte del autor de La obediencia nocturna. Aquí está el enlace.