El deseo profundo de escribir una prosa noble y clara, agua fresca, una prosa tranquila y convincente, con olor a buen manantial, con sabor a piedras de montaña alta, a tierra de pinares. Agua para beber. Y la convicción agotadora de que pertenezco a una generación enamorada de minucias, incapaz, me parece, de inventar un mito poderoso o un símbolo de la condición humana.
Alejandro Rossi, «Diario de guerra», en Un café con Gorrondona.