martes, septiembre 09, 2008

Marina Ivánovna y Ósip Emélich de visita en el cementerio


¡Pobres muertos! ¡Nadie piensa en ustedes! Todos piensan en sí mismos, en quién podría yacer aquí y quién allá. En sí mismos, yaciendo aquí. ¡No basta con que Dios les haya quitado la vida, la gente — Mandelstam con su “miedo” y yo con mi “bienestar” — les quitamos también la muerte! ¡No basta con que Dios les haya quitado la tierra toda, nosotros les quitamos las últimas tres arshinas que les quedan!
... No nos basta la tierra toda con sus colinas y casas, queremos además la colina de ustedes, su casa. Habituarse, aprender, temer, salvarse... Todos — a probar. Y luego nos asombramos cándidamente cuando en alguna vuelta del camino o del corredor...
Si hay que asombrarse de algo, es de la rareza de sus visitas, de su modestia, de su delicadeza... Si yo estuviera en su lugar...
Una respuesta silenciosa: “Si nosotros estuviéramos en el tuyo...”

Marina Tsvietáieva, Una dedicatoria