jueves, diciembre 11, 2008

Luisa Valenzuela


Conocí el martes pasado a una escritora a quien admiro enormidades: Luisa Valenzuela. Anoto aquí una breve nota que escribí para la edición especial de Hoja por Hoja, para la FIL de Guadalajara, sobre Generosos inconvenientes, una antología publicada por la editorial española Menoscuarto.


Hay una violencia que no se refiere estrechamente al reporte cronístico de lo que pasa en el mundo exterior, y que ha sido una nota dominante en mucha de la literatura latinoamericana, incluso desde antes del Facundo de Sarmiento y El matadero de Echeverría; es otra, de índole textual, que surge y se mimetiza en el mismo lenguaje. La narradora y ensayista argentina Luisa Valenzuela (1938) ha recurrido a la ironía y la polifonía para crear textos que se relacionan violenta, disruptivamente con el decir literario. Impropia e híbrida, su prosa narativa se alimenta del magma coloquial, infantil, distorsionado de la cotidianidad, con el objeto de esbozar parábolas sorpresivas (y a menudo siniestras) en torno de las relaciones políticas, sociales, familiares, íntimas. No es una estilista que apunte hacia un preciosismo sintácticamente correcto; es, sí, dueña de un estilo incómodo que confronta las dicciones estandarizadas del presente, ensuciando la sintaxis, combinando voces dispares, fracturando las nociones de identidad y punto de vista. Esta antología, lanzada al mercado por la editorial española Menoscuarto, es un verdadero regalo: incluye algunos relatos auténticamente geniales —el adjetivo es una descripción, no un elogio—, como “Verbo matar”, “Si esto es la vida, yo soy Caperucita Roja” o “El don de la palabra”.



(Generosos inconvenientes. Antología de cuentos, Luisa Valenzuela. Edición de Francisca Noguerol Jiménez, Palencia, Menoscuarto, 2008, Reloj de Arena 35, 266 pp.)