martes, marzo 02, 2010

Del otro lado de lo real

La revista Letras Libres en su edición de este mes incluye mi ensayo «Del otro lado de lo real», sobre algunos aspectos de la obra de ficción de Esther Seligson.


A continuación, dos párrafos del texto:

¿Cuál es el lugar de Seligson en la literatura de nuestra lengua? Hasta ahora, uno secreto. Autora de culto, raudamente reducida a sólo “la traductora de Cioran”, Esther Seligson vivió largas temporadas en el extranjero; publicó buena parte de sus títulos en sellos marginales; no se vinculó a grupo literario alguno y tampoco ejerció ningún poder en el circuito de la burocracia cultural o universitaria. Estudiosa, y en serio, de saberes atípicos —la astrología, el tarot, la acupuntura, la gemoterapia, la Cábala y cualquier forma de mitología y religión—, fue también atípica en su ejercicio de la escritura: fuera de sus textos ensayísticos y de crítica teatral, y circunscribiéndonos a la ficción, Seligson es una voz heterodoxa y experimental en la deriva reciente de las letras hispanoamericanas.
Para empezar, hablemos de su estilo. En cualquier página de, por ejemplo, La morada en el tiempo (1981), Sed de mar (1987) e Indicios y quimeras (1988), destaca una escritura absoluta: es el suyo un decir sintácticamente denso (oraciones proustianamente largas, adjetivos y aposiciones que saltan aquí y allá para complicar el matiz) y dotado de un lirismo que, gracias a un fecundo léxico de particular relieve sinestésico, va de lo elusivamente intimista a lo elegantemente revelacional. Si buscamos una estilista en el sentido clásico, no hay sino empezar por estos escritos de Esther Seligson: aquí el lenguaje revela —único protagonista— su ejemplar sabiduría. Que consiste en lo siguiente: no hay conocimiento introspectivo, no hay expedición a la memoria y los sentidos sin una extremada conciencia de nuestra plural naturaleza lingüística.