domingo, septiembre 05, 2010

II

De la gente vienen las palabras. No son sólo registros de una lengua en uso. Vienen con vida pero latiendo duras y descorazonadas por violencias, dando así, carcomidas de agravios, testimonio de la gran lastimadura que sigue impune y peor aún: vigente. El escritor ha de juntarlas para armar con el arte de su eco dinamita. La escritura sólo es un pasatiempo para los tibios.