lunes, marzo 07, 2011

Fragmento sobre el otoño ya maduro

Las solas palabras nunca son suficientes, en cambio un mendrugo de pan, una pequeña moneda, un trapo cualquiera con qué cubrirse, un cabo de vela, resultan persuasivos de más. Confinados en nuestras ralas percepciones y obtusas ideas, tanteamos confundidos confusos caminos y lo que nos mueve es el miedo, a la muerte, a la perfidia del prójimo, sus artimañas y felonías, a nuestros insondables motivos personales. Tú eres la Substancia y La que no tiene Substancia, Eterna Sophia, ¿fue tu consigna no rendirnos al imperio de los sentidos, no deshojar la pureza y prostituirnos en el vano intento por colmar el vórtice donde estalla el Deseo en su instantánea culminación devoradora? ¿Cuántas de tus sacerdotisas, Señora del Rostro Azul, lo entendieron así sumisas a los severos rituales de fertilidad instituidos a Tu servicio y tan ajenos a las prácticas del amor? ¿Cuántas capitularon al igual que yo?....

Empieza a hacer frío y pronto caerán los primeros copos de aguanieve me avisan las coyunturas acongojadas. Saturno, el Lento Vagabundo del Cielo, está por conjuntar a la Luna, Luna llena en la constelación del Toro, la Sagrada Montura, en esta noche de otoño ya maduro, noche de Todos los Santos. Habrá lluvia de estrellas, ánimas del purgatorio dicen que son en busca de la Gracia. Tengo los pies entumecidos, las manos tumefactas, el lumbago me taladra las asentaderas. Más me valdría entrar también a escuchar la misa, a poner mi alma en paz y acogerme de una buena vez a la evidencia de que a mi pastor amado se lo tragaron las aguas del lago Averno desde que yo partí de Cumas en su busca y dio comienzo mi ingrato peregrinar. Quién quita y su alma me aguarde en el prado de los asfódelos y no haya cruzado aún, falto del óbolo, el Aqueronte... Todo plazo ha de cumplirse necesariamente y a Tu clemencia apelo, Reina y Señora de Todo lo Existente, acógeme sacrificio funerario en Tu bosque de álamos y sauces, y permite que se desprenda libre y gozosa mi alma hacia Tu Luz mientras la nieve sepulta mi cuerpo en el seno de las sombras purificadoras... Amén...

Fragmento de «La mendiga de São Domingos», relato incluido en el libro Escritos a mano, de Esther Seligson, México/Monterrey, Jus/UANL, 2011.