21 de septiembre de 1991
Ayer se cumplieron 20 años de la muerte de mi padre. No lo recordé. Anduve intranquilo todo el día, desde que fui por mi hijo a su escuela, y comimos juntos con mi amigo Horacio en el Doña Maclovia, luego cuando me despedí de mi hija y de Nadia, y más aún al ir rumbo al aeropuerto, tomar el avión, llegar a Mazatlán: recordé, sí, el temor de morir en un avionazo, como siempre lo siento. Y a mi padre no lo recordé: formas que inventa uno para seguir comiendo de la culpa.