Ya vi por ahí la convocatoria del programa de becas para jóvenes escritores de la Fundación para las Letras Mexicanas. Prometo postearla aquí apenas tenga el texto completo. Cierra el 29 de junio de 2007 y siguen siendo 10,000 pesos mensuales. El ciclo empezará el primero de octubre.
Yo insto a los escritores del norte a participar. No tengo nada contra los escritores chilangos (yo casi lo soy ya, o en todo caso soy culichilango, sinalodefeño, provincapitalino, lo cual no me incomoda en nada: “no soy del tipo nostálgico que chilla”). Pero sugiero a los muchachos del norte pedir la beca: la experiencia vale mucho la pena. No, de veras. Es como tener un estudio pero sin pagar renta: más bien, te pagan para escribas. Y no un discurso para Elba Esther, ni el guión de una telenovela con Anahí: tu libro. Y no, el D.F. no es más ni menos abominable que nuestras ciudades: véanme a mí, era un mocoso ñengo de 17 por quien nadie apostaba que sobreviviría a la chilangada y ya llevo 13 años en esta bonita ciudad. El esmog me ha vuelto un poco lerdo, sí, pero nada grave: mi primer librín de narrativa saldrá en agosto. Además, ya he visto que hay dos tipos de norteños-afincados-en-el-DF: los apocalípticos y los integrados. La diferencia consiste en que los segundos aceptan probar los mixiotes, las quesadillas de huitlacoche y los chinicuiles, además de que no se colapsan ni hacen caras si los llevan a pasear a la Facultad de Filosofía de la UNAM. Los apocalípticos se la quieren vivir en malls comiendo hamburguesas. Además, no toleran el olor a mariguana en los pasillos de la Facultad, ni a sobaco sudado en el metro, y envían a la Asamblea Legislativa una iniciativa de ley que obligue a todos los ciudadanos al baño diario (pies y genitales incluidos), so pena de verse negado el ingreso al metrobús, los microbuses, el metro, la Fundación y la Facultad.
Pero regreso al tema de las becas. Yo había pensado en poner una consultoría para solicitantes rechazados varios veces (tengo experiencia en eso). Pero sería desleal, ¿no?
O la verdad no sé. Hay muchas más cosas que no sé últimamente. ¿Qué está pasando en este mundo? Un coreano mata 30 gringos y la gente se horroriza. ¡Pero si son sólo 30!, yo digo. ¡Quedan 250 millones todavía! Mientras, Bush mata iraquíes como si fueran moscas, y los gringos no entienden luego por qué los odiamos. Claro, los mismos iraquíes se encargan de matarse entre sí. Y acá, siguen las balaceras entre narcos. ¡Hasta Nexos saca su encuesta! Yo habría propuesto, ya hablando seriamente, hacer la encuesta siguiente: las mejores novelas mexicanas publicadas después de Pedro Páramo. Y que estén a la altura de. Y un requisito: que se hayan reeditado mínimo en los últimos cinco años. Para que no me vengan con sus ocurrencias de novelas que nadie conoce, que publicó Joaquín Mortiz a finales de los 70, cuando don Joaquín Padre ya estaba chocheando y sacaba cada cosa. Así no habría en la lista novelas de la autoría, muy probablemente, de su propio votante. Porque no entiendo que 79 novelas hayan sido votadas. ¡79 grandes novelas en 30 años! ¡Atención, editoriales prestigiadas de Europa, ya despierten! ¿Cómo no se han fijado en tantos tesoros escondidos, tantos secretos mejor guardados de nuestra literaturita mexicanita?
Reitero: no entiendo nada. Demasiada frivolidad y tontera. Y lo peor es que me había propuesto no hablar en este blog de los temas de moda: el coreanito resentido de Virginia y la encuesta de Nexos. ¡Qué débil es la carne!
Yo insto a los escritores del norte a participar. No tengo nada contra los escritores chilangos (yo casi lo soy ya, o en todo caso soy culichilango, sinalodefeño, provincapitalino, lo cual no me incomoda en nada: “no soy del tipo nostálgico que chilla”). Pero sugiero a los muchachos del norte pedir la beca: la experiencia vale mucho la pena. No, de veras. Es como tener un estudio pero sin pagar renta: más bien, te pagan para escribas. Y no un discurso para Elba Esther, ni el guión de una telenovela con Anahí: tu libro. Y no, el D.F. no es más ni menos abominable que nuestras ciudades: véanme a mí, era un mocoso ñengo de 17 por quien nadie apostaba que sobreviviría a la chilangada y ya llevo 13 años en esta bonita ciudad. El esmog me ha vuelto un poco lerdo, sí, pero nada grave: mi primer librín de narrativa saldrá en agosto. Además, ya he visto que hay dos tipos de norteños-afincados-en-el-DF: los apocalípticos y los integrados. La diferencia consiste en que los segundos aceptan probar los mixiotes, las quesadillas de huitlacoche y los chinicuiles, además de que no se colapsan ni hacen caras si los llevan a pasear a la Facultad de Filosofía de la UNAM. Los apocalípticos se la quieren vivir en malls comiendo hamburguesas. Además, no toleran el olor a mariguana en los pasillos de la Facultad, ni a sobaco sudado en el metro, y envían a la Asamblea Legislativa una iniciativa de ley que obligue a todos los ciudadanos al baño diario (pies y genitales incluidos), so pena de verse negado el ingreso al metrobús, los microbuses, el metro, la Fundación y la Facultad.
Pero regreso al tema de las becas. Yo había pensado en poner una consultoría para solicitantes rechazados varios veces (tengo experiencia en eso). Pero sería desleal, ¿no?
O la verdad no sé. Hay muchas más cosas que no sé últimamente. ¿Qué está pasando en este mundo? Un coreano mata 30 gringos y la gente se horroriza. ¡Pero si son sólo 30!, yo digo. ¡Quedan 250 millones todavía! Mientras, Bush mata iraquíes como si fueran moscas, y los gringos no entienden luego por qué los odiamos. Claro, los mismos iraquíes se encargan de matarse entre sí. Y acá, siguen las balaceras entre narcos. ¡Hasta Nexos saca su encuesta! Yo habría propuesto, ya hablando seriamente, hacer la encuesta siguiente: las mejores novelas mexicanas publicadas después de Pedro Páramo. Y que estén a la altura de. Y un requisito: que se hayan reeditado mínimo en los últimos cinco años. Para que no me vengan con sus ocurrencias de novelas que nadie conoce, que publicó Joaquín Mortiz a finales de los 70, cuando don Joaquín Padre ya estaba chocheando y sacaba cada cosa. Así no habría en la lista novelas de la autoría, muy probablemente, de su propio votante. Porque no entiendo que 79 novelas hayan sido votadas. ¡79 grandes novelas en 30 años! ¡Atención, editoriales prestigiadas de Europa, ya despierten! ¿Cómo no se han fijado en tantos tesoros escondidos, tantos secretos mejor guardados de nuestra literaturita mexicanita?
Reitero: no entiendo nada. Demasiada frivolidad y tontera. Y lo peor es que me había propuesto no hablar en este blog de los temas de moda: el coreanito resentido de Virginia y la encuesta de Nexos. ¡Qué débil es la carne!