jueves, abril 12, 2007

Derrame de bilis

Calderón (el dibujantito, no el presidentito) publicó hoy en Reforma un cartón repugnante. (Sí, sí, ya sé, quién me manda andar leyendo ese periódico fascista.) En ese cartón, Paulina, la niña violada en Baja California a quien se le negó el aborto, aparece reiterando las palabras que dice en su spot de estos días: “A mí y a mi familia también nos hubiera gustado que nos dejaran decidir”. Pero (y he aquí la gracejada corriente de Calderón) a su derecha se ve a su bebé levantando la mano: “Por lo que a mí respecta, muchas gracias”.
Este razonamiento misógino de Calderón es similar al de uno de los anuncios que esa organización antiabortista, denmechance.org, ha desplegado en las calles de la ciudad: “Si para el violador no hay pena de muerte, ¿por qué para su hijo sí?”
Es decir: aquí la mujer no importa. Tanto la caricatura nefasta de Calderón como el anuncio ése que menciono consideran que la mujer es un receptáculo de semen cuya función es parir niños. La mujer vale madres, literalmente. Estos mochos cagados y doblemoralinos defienden el derecho de un óvulo fecundado a llegar a ser humano por encima del derecho de un ser humano ya formado y consciente a decidir sobre su propio cuerpo. Se fijan sólo en el hijo, independientemente de las circunstancias en que haya sido engendrado y, peor aún, en las que vivirá. La mujer, según ellos, no es sino un útero.
La derecha, entonces, dice defender la existencia de un óvulo fecundado; pero esa misma derecha se desentiende del niño apenas nace: no hay un buen sistema de educación pública, no hay seguridad en las calles y a veces ni en los hogares, no hay servicios médicos de calidad, no hay oportunidades dignas de empleo ni de vivienda, no hay... no hay nada. Óvulos fecundados, dice la derecha, ésos sí son importantes. Y los niños sólo importarán si, años después, aceptan salarios miserables y pagan los impuestos que no pagan los multimillonarios y sus empresas fraudulentas.
Este manoseo ya me está hartando, porque lo que se debate es despenalizar el aborto en las 12 primeras semanas de gestación, de acuerdo a la decisión de la mujer sin tener que alegar porqués. El aborto ya es legal por violación y por razones de salud. Y a nadie se le obliga a abortar. ¿Entonces? ¿Cuál es la necedad de la derecha? Decir pendejadas, por lo visto. Son muy duchos en eso. Pero si ahí se quedaran, no habría bronca. Porque el problema, lo sabemos, va más allá: no sólo las dicen. Y saben muy bien que sólo con un golpe de Estado a la pinochet podrán imponer medidas regresivas a las leyes liberales que ya son válidas en la ciudad de México, urbe, con todo, progresista y de libertades.