El lugar más pequeño, dirigida por Tatiana Huezo Sánchez, es una película sobre la guerra salvadoreña y sus sobrevivientes. Se trata de un debut cinematográfico deslumbrante: reúne intuición estética y compromiso moral en su manejo emotivo, doloroso y vitalista a la vez, de testimonios e imágenes. Cito a Carlos Bonfil, en su comentario crítico publicado en el periódico La Jornada:
Algo que pudiera parecer tan trillado como la idea del renacer de toda una colectividad a partir de la devastación y las cenizas, la documentalista Tatiana Huezo lo transforma en una sugerencia poética muy certera con las imágenes de un parto animal o el gesto de una anciana que acaricia y consiente a su mejor gallina para que nuevamente empolle los huevos comprados a una vecina. Nueva vida animal y humana, diálogo muy vivo con los fantasmas, croar de ranas que informan de la tozudez de la naturaleza, explicación formidable del concepto de subversión como una silla puesta patas arriba que es preciso enderezar para poder al fin sentarse en ella. El lugar más pequeño es un poco todo eso con su animada asamblea de voces rebeldes.