Aparece hoy en el suplemento Laberinto, del periódico Milenio, mi texto "Ciudad Francisco Tario".
Aquí un párrafo:
La obra de Tario así no tiene un territorio realista porque dibuja una ciudad de contornos plurales: desesperanzada, existencialmente agónica, cínica y espectral, porosamente voluble en sus mutaciones anímicas y sensibles, y al mismo tiempo con un futuro hedonista: ciudad que, abandonados los dogmas, se entregaría al disfrute de los instantes porque sólo creerá en el cuerpo y en el presente. Así entiendo por qué lo hemos venido leyendo con entusiasmo: sin hablar de los hechos de nuestro tiempo, su ficción traía los mapas de esas movedizas regiones mentales que venimos encontrando ahora. Su obra nos es reconocible porque desde antes de leerla la hemos estado habitando.