Por último, en mayor o menor medida, toda obra de arte cambia el mundo y cambia la vida. Puede empezar por solicitar a su autor a través de una oscura necesidad de aclararse la vida, pero acaba siempre por ser un esclarecimiento del mundo, una actuación sobre materiales que al organizarse nos acogen, se vuelven habitables. Y esto de un modo universal, con ganancias definitivas. La Tierra es más habitable después de Cervantes. Don Quijote nos hace habitable la situación quijotesca, le da sentido a una serie de situaciones que no lo tenían antes de Cervantes, y que por lo tanto prácticamente no existían. Cervantes las configura, las ilumina, las crea como una posibilidad permanente, como una tentación definida. Extiende las fronteras del mundo conocido de la acción, antes de las salidas del Quijote.
Gabriel Zaid, «La ambición de una poesía total», en La poesía en la práctica