No fue grave, nadie salió golpeado, sólo fue el susto. Le pegué a un Sedan en la salpicadera, en el estacionamiento de Chedrahui aquí adelantito, por Picacho. Ya quedó claro que conducir no es lo mío. Es más, lo odio. Sin embargo, seguiré conduciendo hasta que la aseguradora me boletine como cliente peligroso. Eso por lo menos sí me dará orgullo presumir.