sábado, julio 02, 2011

CXXXIV

La traición, al ocurrir, la sentimos como si siempre la hubiéramos padecido. Como si fuera un solo hecho ya inscrito en la cadena de la eternidad, repetido en nosotros en la forma de un ritual. Lo que viene a nosotros en ese instante es un recuerdo: en la época de las cavernas, recién abandonado por su clan, el solitario alcanzaba a comprender que en esas condiciones no tenía la menor posibilidad de sobrevivir.