Hay que manifestarnos.
Los que mandan, es decir, los grandes empresarios, quieren la «estabilidad social» y el «estado de derecho» que les garanticen la impunidad a sus abusos (evasión fiscal, contaminación del medio ambiente, pisoteo de los derechos laborales, lavado de dinero, etcétera): esa «estabilidad social» y ese «estado de derecho» tan cacareados consisten en que los demás nos callemos, en nuestra indiferencia y nuestro miedo.
Está en marcha la instalación de un Estado fascista en México. Se trata de un Estado policial que protege los privilegios de los ricos. Tienen como lacayos a los gobernantes y los legisladores, y como principales instrumentos a los medios de comunicación, al ejército y a la policía. Sus acciones son la brutalidad policiaca, las violaciones a las mujeres, la tortura «justificada», la demonización en los medios, el uso arbitrario de la administración de la justicia y el acallamiento de cualquier protesta o denuncia.
Hay que detenerlos. Hoy son las mujeres y los hombres de San Salvador Atenco. Mañana, demás está decirlo, será el país entero.