Aquí los dos primeros párrafos:
Un escritor chileno de nombre Alberto Fuguet decide buscar a su tío Carlos, emigrante y exconvicto que dejó de tener contacto, desde un lejano día de los años ochenta, con su familia establecida en California. Missing es, así, la historia de la búsqueda no de un desaparecido por la dictadura de Pinochet, como el título y la nacionalidad de su autor podrían hacer creer, sino de un hombre libre que decidió perderse en la multitudinaria geografía de Estados Unidos.
Sergio Gómez y Alberto Fuguet publicaron hace quince años la antología McOndo, en la que planteaban el disgusto generacional ante el predominio del realismo mágico, aunque otro aspecto discernible era extraliterario: el hartazgo por la circunstancia de que el mercado editorial se rehusaba a las novelas de temas urbanos o globalizados. El cambio de la escenografía (donde decía campesino, escribir adolescente con walkman, o en vez de parcela poner aeropuerto) no habría tenido resonancia si no viniese de la mano, en la escritura, de una exigencia, de entrada no inferior a la de las figuras del boom, a la hora de trabajar con los elementos trascendentes de la ficción: la estructura, el estilo. La pregunta hoy no sería por los rasgos cosmopolitas o las referencias a la cultura pop estadounidense, sino por el hecho de si en sus narraciones Fuguet ha creado -o no- objetos verbales poderosos.