El problema es que si en este país todos escribieran como Ibargüengoitia, nadie se daría cuenta de lo grato que es tener a un autor como Ibargüengoitia (y sus pocos afines). Escribir con humor no es garantía de escribir bien, ni de escribir páginas valiosas. Por eso voto a favor de que cada quien escriba como le dé su regalada gana (o como le salgan las cosas): con humor, sin humor, como sea.
Mientras tenga algo que decir, claro.