Bitácora de Geney Beltrán [χe’nɛi bel’tɾan], escritor mexicano (Tamazula, Durango, 1976).
lunes, octubre 31, 2011
domingo, octubre 30, 2011
CLXX
Desconfía de quien prestamente ofrece el perdón a quien no se lo ha solicitado. Lo está pidiendo para sí, por un delito que no le hemos descubierto.
sábado, octubre 29, 2011
CLXIX
Siempre llega un tiempo en que lo mejor es replegarse para sólo contemplar, como si fuera un espectáculo ajeno, la cobardía de un amigo.
viernes, octubre 28, 2011
CLXVIII
La adversidad económica, para el artista, no es sino un desafío muy menor si se le compara con el mayor peligro: la felicidad amorosa.
jueves, octubre 27, 2011
Enrique Romo
Acaba de morir un generoso y emprendedor funcionario de la cultura: Enrique Romo, quien fue director del Programa Tierra Adentro entre 2001 y 2006. Enrique tenía un gran interés en la producción literaria de las nuevas generaciones. Lo conocí cuando mi libro El biógrafo de su lector obtuvo el Premio José Vasconcelos, premio creado y organizado por él y su equipo. Tierra Adentro programaba cada año un encuentro de autores jóvenes en Ciudad Juárez. Fui invitado a participar en uno luego de que se publicó mi libro. A partir de esa experiencia, y viendo que poetas y narradores tomaban con numerosa frivolidad la discusión literaria (tal fue mi percepción), junto con Carlos Oliva le propuse a Enrique concretar un encuentro de ensayistas. Enrique apreció la idea, la llevó a la práctica y el encuentro ha seguido realizándose, cada año en una ciudad diferente. Lo anterior para decir que Enrique no sólo tenía un plan propio de trabajo, sino que además era una funcionario abierto a las palabras de los otros, por más bisoños que fueran. Cito aquí lo escrito por la poeta María Rivera en su muro de Facebook, para recordar a Enrique:
Fue Enrique quien le dio al Premio Elías Nandino la verdadera dimensión de premio nacional, consideró que los libros debían reeditarse, presentarse en todo el país, reunir a los escritores en encuentros, hacer mesas polémicas, crear otros premios. Era un buen funcionario porque tenía también tolerancia a la crítica. Lo conocí enviándole una carta donde me quejaba de ya no me acuerdo qué. Me escuchó y corrigió lo que consideró pertinente. Nunca tomó como personal las críticas y si encontraba un escritor belicoso y crítico rápidamente lo incorporaba a la discusión. Fue así como nos conocimos Heriberto Yépez, Luis Vicente de Aguinaga, José Israel Carranza, Vivian Abenshushan, Carmen Galán Benítez, entre otros. Participó con los jóvenes más como un amigo que como un funcionario inepto e ignorante. Charlábamos de poesía y puedo decir que a Enrique Romo le interesaban sinceramente los libros de los jóvenes: le entusiasmaban, los defendía y los críticaba. Hizo muy buenos números de la Revista. Gracias a los encuentros que organizaba fui a Creel cuando este país no era un baño de sangre y sus carreteras eran transitables... aunque el huevo de la violencia estallaba en cualquier plato. Por supuesto que todo esto lo hizo Enrique con Epigmenio León. Eran una dupla que funcionaba muy bien. Lo guardaré en mi memoria sonriente y siempre dispuesto para el trabajo, es decir, echar para delante, como se dice a los jóvenes. Gracias Enrique.
CLXVII
El mundo no se deshabita cuando alguien muere, pues el lugar que un cuerpo ocupaba es tomado por el remordimiento.
miércoles, octubre 26, 2011
“Tú y yo nos conocimos en otra vida y los dos estudiamos teatro”
Leopoldo Lezama recuerda la vez que conoció y la vez que, gracias al mitin de un político de izquierdas, no presentó a Esther Seligson.
martes, octubre 25, 2011
Todo aquí es polvo, reconocido como el mejor libro de narrativa de 2010
Todo aquí es polvo, de Esther Seligson, acaba de obtener el Premio Bellas Artes-Colima al mejor libro de narrativa publicado en México en 2010. El jurado estuvo integrado por los escritores Bernardo Fernández, Nicolás Cabral y Juan José Rodríguez. En este enlace se lee la noticia.
El premio, aunque póstumo, llega en un momento muy simbólico. Esther Seligson habría cumplido, hoy, 70 años de edad. Nació el 25 de octubre de 1941 y murió el 8 de febrero de 2010 en la ciudad de México. Pocas semanas antes había revisado por última vez Todo aquí es polvo, su emotivo y bellísimo libro de memorias, que sería publicado por el sello Bruguera de Ediciones B México en octubre siguiente y que habría de ser considerado por el periódico La Razón como uno de los mejores libros del 2010.
Dejo a continuación algunos enlaces de interés:
Un fragmento de Todo aquí es polvo aparecido pocos días después de la muerte de Esther en el suplemento Laberinto, en cuya edición se incluyó también un texto mío en que recuerdo la enorme, infatigable generosidad de esta escritora genial y entrañable amiga. Al mes siguiente, en marzo, la revista Letras Libres editó en sus páginas una breve semblanza biográfico-crítica sobre Esther, también escrita por mí.
Otro fragmento de la misma obra, publicado éste en el número de marzo de 2010 de la Revista de la Universidad de México.
Un fragmento más, incluido en el número 14 (verano de 2010) de la revista La Palanca, pp. 24-32.
Textos críticos de Fabienne Bradu, en la revista Letras Libres de enero de 2011; de Mary Carmen S. Ambriz en la sección cultural del diario Milenio el día 3 de ese mes; de Marina Porcelli, en Laberinto del día 15 siguiente; y de David Olguín, en la Revista de la Universidad de México de junio pasado.
De la misma Seligson, a lo largo de este 2011 han aparecido sus también póstumos Escritos a mano (Editorial Jus/UANL) y Escritos a máquina (UNAM), así como la reedición de su segunda novela, La morada en el tiempo (Conaculta).
El premio, aunque póstumo, llega en un momento muy simbólico. Esther Seligson habría cumplido, hoy, 70 años de edad. Nació el 25 de octubre de 1941 y murió el 8 de febrero de 2010 en la ciudad de México. Pocas semanas antes había revisado por última vez Todo aquí es polvo, su emotivo y bellísimo libro de memorias, que sería publicado por el sello Bruguera de Ediciones B México en octubre siguiente y que habría de ser considerado por el periódico La Razón como uno de los mejores libros del 2010.
Dejo a continuación algunos enlaces de interés:
Un fragmento de Todo aquí es polvo aparecido pocos días después de la muerte de Esther en el suplemento Laberinto, en cuya edición se incluyó también un texto mío en que recuerdo la enorme, infatigable generosidad de esta escritora genial y entrañable amiga. Al mes siguiente, en marzo, la revista Letras Libres editó en sus páginas una breve semblanza biográfico-crítica sobre Esther, también escrita por mí.
Otro fragmento de la misma obra, publicado éste en el número de marzo de 2010 de la Revista de la Universidad de México.
Un fragmento más, incluido en el número 14 (verano de 2010) de la revista La Palanca, pp. 24-32.
Textos críticos de Fabienne Bradu, en la revista Letras Libres de enero de 2011; de Mary Carmen S. Ambriz en la sección cultural del diario Milenio el día 3 de ese mes; de Marina Porcelli, en Laberinto del día 15 siguiente; y de David Olguín, en la Revista de la Universidad de México de junio pasado.
De la misma Seligson, a lo largo de este 2011 han aparecido sus también póstumos Escritos a mano (Editorial Jus/UANL) y Escritos a máquina (UNAM), así como la reedición de su segunda novela, La morada en el tiempo (Conaculta).
lunes, octubre 24, 2011
jueves, octubre 20, 2011
domingo, octubre 16, 2011
La inocencia, en rigor, forma parte de las sombras
Antonio Moreno Montero publica en la revista La Otra un texto crítico sobre mi libro de relatos Habla de lo que sabes. Aquí un fragmento:
En el cuento “El cuerpo de Sicrano”, que es apabullante, la gema de la corona de este libro, se insiste en el tema de la comunicación nuevamente, estableciéndose sobre todo una filiación metafórica entre la figura del escritor y su lector idóneo.
El cuento es desafiante y provocativo, todavía más por el exquisito bordado de la trama y la manera de ejercer el trabajo creativo de Beltrán Félix. Se constituye de seis elementos: dos protagonistas (Gabriel Sicrano, viudo, hombre entrado en años y de oficio cartero; María Aspettani, huérfana, perceptiva, de clase media y que por su dolencia, una enfermedad cardiaca severa, en espera de un trasplante de corazón, nos evoca a los enfermos de Thomas Mann), algunas cartas y postales, un manuscrito, y finalmente el cuerpo de Gabriel —que nos hace recordar al personaje célebre de Elías Canetti— convertido en las páginas de un libro. Como un fantasma que declina materializarse, Gabriel escribe desde las sombras una suerte de diario personal.
En cierto modo Sicrano escribe de lo que sabe… Cuando él transcribe el contenido de su manuscrito dividiéndolo en fragmentos que hará llegar a la enferma, metidos en sobres como si fuesen cartas personales (o cuentos por entregas), y que ella los lee con avidez y extrañeza, asistimos a un homenaje —porque deriva en eso— al escritor y sus lectores invisibles.
sábado, octubre 15, 2011
La década de 2010
La indignación es apenas el comienzo. De una nueva era. Pero, ¿cómo verán nuestros nietos los tiempos que ahora vivimos: como nosotros vemos la década de 1930 o la de 1960? ¿Antesala de guerra o de liberación?
jueves, octubre 13, 2011
miércoles, octubre 12, 2011
¿Qué es?
¿Qué es?, de Amaranta Leyva, es un extraordinario montaje teatral de la compañía Marionetas de la Esquina dirigido a niños a partir de dos años de edad, y que corre temporada en el Teatro Orientación, del Centro Cultural del Bosque (atrás del Auditorio Nacional), en la ciudad de México, hasta el 11 de diciembre. Las funciones son sábados y domingos, a las 12.30 horas.
martes, octubre 11, 2011
La vida ajena
La revista Letras Libres de octubre incluye mi texto crítico "La vida ajena", sobre la novela Missing (una investigación), de Alberto Fuguet.
Aquí los dos primeros párrafos:
Aquí los dos primeros párrafos:
Un escritor chileno de nombre Alberto Fuguet decide buscar a su tío Carlos, emigrante y exconvicto que dejó de tener contacto, desde un lejano día de los años ochenta, con su familia establecida en California. Missing es, así, la historia de la búsqueda no de un desaparecido por la dictadura de Pinochet, como el título y la nacionalidad de su autor podrían hacer creer, sino de un hombre libre que decidió perderse en la multitudinaria geografía de Estados Unidos.
Sergio Gómez y Alberto Fuguet publicaron hace quince años la antología McOndo, en la que planteaban el disgusto generacional ante el predominio del realismo mágico, aunque otro aspecto discernible era extraliterario: el hartazgo por la circunstancia de que el mercado editorial se rehusaba a las novelas de temas urbanos o globalizados. El cambio de la escenografía (donde decía campesino, escribir adolescente con walkman, o en vez de parcela poner aeropuerto) no habría tenido resonancia si no viniese de la mano, en la escritura, de una exigencia, de entrada no inferior a la de las figuras del boom, a la hora de trabajar con los elementos trascendentes de la ficción: la estructura, el estilo. La pregunta hoy no sería por los rasgos cosmopolitas o las referencias a la cultura pop estadounidense, sino por el hecho de si en sus narraciones Fuguet ha creado -o no- objetos verbales poderosos.
lunes, octubre 10, 2011
La Palanca del otoño
La revista La Palanca publica su nuevo número, el de otoño. Incluye poemas de Javier Acosta, Ricardo Venegas, Mijail Lamas, Eduardo Estala Rojas, Lorena Ventura, Roxana Elvridge-Thomas, Pablo Molinet, Rogelio Guedea, Alfonso Valencia, Jeanne Karen y Antonio Cienfuegos.
domingo, octubre 09, 2011
Peligros, secretos, remordimientos y odios
Gerardo Bustamante Bermúdez escribe un comentario sobre mi novela Cartas ajenas, en el suplemento La Jornada Semanal de hoy. Aquí unas líneas:
La buhardilla de Marioralio sirve para indagar en las vivencias de otros e incluso completa o fabula sus historias. Este lugar se convierte en el depositario de secretos; destinatarios y remitentes se convierten en su familia, pues el sentimiento de orfandad caracteriza la vida de este personaje. A través de la escritura de los otros, el protagonista ingresa a la intimidad de una gama de personajes grises, seres de la realidad cotidiana, envueltos por peligros, secretos, remordimientos y odios.
sábado, octubre 08, 2011
La última y nos vemos (o: De lo útil de reconocer el uso de la anáfora)
En un breve comentario publicado en el sitio web de la revista Letras Libres, Jorge Téllez afirma lo siguiente sobre la novela Formas de volver a casa, del autor chileno Alejandro Zambra:
Los excesos autoconscientes del libro, sin embargo, se equilibran con el estilo sobrio característico en la obra de Zambra. En sus libros no hay frases huecas parecidas a “en una suave pendiente, ahora a su izquierda, potros de brillante pelambre se revolcaban en el pasto” (por citar una novela que estoy leyendo) porque, en este caso, Zambra escribiría simplemente: “había caballos”. La brevedad de sus libros no es una consecuencia de este estilo, sino un presupuesto: frente a la acumulación, la obra de Zambra propone economía.Creo que Téllez se equivoca. Primero, suena a prejuicio que denomine frases huecas al recurso de la descripción. Segundo, me temo que no ha examinado con detenimiento la prosa de Zambra. Algo curioso de este autor es que sus libros son breves pero su escritura es repetitiva. Es económica por otras razones (la falta de imaginación, los pocos recursos estilísticos, la incapacidad para desarrollar trama y conflicto). Pero descansa, como comenté en otro lado, de forma casi exclusiva en la anáfora (en menor grado en la catáfora), lo que me parece una muestra de pobreza retórica. Un ejemplo, que cité en ese mismo texto, y que procede de la misma novela que Téllez también comenta:
Pero hay momentos en que no podemos, no sabemos perdernos. Hay temporadas en que por más que lo intentemos descubrimos que no sabemos, que no podemos perdernos. Y también añoramos el tiempo en que podíamos perdernos.Fragmentos de ese tenor abundan en los tres libros de ficción publicados por Zambra hasta la fecha. Así, es falso que Zambra escribiría simplemente "había caballos". No. Escribiría (especulo) algo como esto:
Entonces vi que a lo lejos había caballos. Porque cuando volví la vista pude comprobar, pude percatarme de que en la pendiente por fin había caballos. Y entendí que lo que estaba descubriendo, lo que miraba a lo lejos, es que había caballos.
jueves, octubre 06, 2011
Descaradísima promoción de geneymismo
Mañana saldrá una entrevista que me hicieron los chicos del programa La Casa del Escritor, de TV Mexiquense (canal 34). El programa se transmite a las 19:30 horas, tiempo del centro. Y vuelve a pasar el domingo a las 16:30. Hablamos de ficción, crítica, autores, etcétera.
sábado, octubre 01, 2011
"Una de las más descarnadas, feroces y originales novelas de cuantas han escrito los autores nacidos en los años setenta"
Por el lado salvaje, la primera novela de Nadia Villafuerte, sigue recibiendo elogios. Alejandro de la Garza escribe un texto crítico en la revista Nexos de octubre. Aquí dos párrafos:
Para decirlo de una vez: la primera novela de Nadia Villafuerte (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 1978) es una de las más descarnadas, feroces y originales de cuantas han escrito los autores nacidos en los años setenta. Por el lado salvaje narra una historia de quemante temperatura emocional ubicada en el contexto de la migración centroamericana, una trama compleja siempre en desplazamiento como agitada road novel. Sus personajes son memorables por razones canallas: su adicción al desencanto y la infelicidad, la desesperación de su huida, el ejercicio de la humillación y la degradación como fortalecimiento de su espíritu inquebrantable. Personajes de un contundente realismo en la brutalidad de sus vidas violentas, en su emergencia desde las goteras de la sociedad en pos de revancha por la pobreza y la marginalidad, y remedio para su escaldado sufrimiento.
La novela seduce por su lenguaje: su prosa respira, palpita, se agita con vida propia a cada párrafo; atraen su tono aforístico y sentencioso, su evasión del lugar común, la búsqueda de metáforas propias, la vibrante fuerza narrativa expresada por todos los personajes, la tensión pulsante de su adjetivación. Una escritura con una estoica o cínica manera de relatar y aceptar el mundo como es: violento, injusto, desesperanzado, criminal. Y de hacerlo sin el consuelo de la moral, la indulgencia o la mala conciencia.
Para decirlo de una vez: la primera novela de Nadia Villafuerte (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 1978) es una de las más descarnadas, feroces y originales de cuantas han escrito los autores nacidos en los años setenta. Por el lado salvaje narra una historia de quemante temperatura emocional ubicada en el contexto de la migración centroamericana, una trama compleja siempre en desplazamiento como agitada road novel. Sus personajes son memorables por razones canallas: su adicción al desencanto y la infelicidad, la desesperación de su huida, el ejercicio de la humillación y la degradación como fortalecimiento de su espíritu inquebrantable. Personajes de un contundente realismo en la brutalidad de sus vidas violentas, en su emergencia desde las goteras de la sociedad en pos de revancha por la pobreza y la marginalidad, y remedio para su escaldado sufrimiento.
La novela seduce por su lenguaje: su prosa respira, palpita, se agita con vida propia a cada párrafo; atraen su tono aforístico y sentencioso, su evasión del lugar común, la búsqueda de metáforas propias, la vibrante fuerza narrativa expresada por todos los personajes, la tensión pulsante de su adjetivación. Una escritura con una estoica o cínica manera de relatar y aceptar el mundo como es: violento, injusto, desesperanzado, criminal. Y de hacerlo sin el consuelo de la moral, la indulgencia o la mala conciencia.
Cartas ajenas: manéjese cuidadosamente
Héctor Iván González publica un texto crítico de mi novela Cartas ajenas en la revista Crítica, número 145 (septiembre-octubre).
Aquí un párrafo:
Cartas ajenas es atractiva y arriesgada, incluso, puede ser demasiado arriesgada para ciertos lectores, aquéllos que buscan algo que Daniel Sada llama, la “escritura mema”, porque Geney se va por el nocaut y juega en el último tramo de la novela con sus propias reglas –escribo ‘juega’ en tanto que trampea, engaña y busca concesiones– cuyo resultado es la deliberada descomposición de la realidad. Es decir, a medida que su personaje va tocando el fondo de la experiencia, y a la vez de un estado mental, el lector puede presentir una suerte de desquiciamiento, una corrosión del lenguaje que se amalgama con la oxidación de la trama. Hay en las últimas páginas una descomposición o desvirtuación que se percibe en algunos momentos. Pensaría un poco en logros del Sabato más osado, de un Onetti rodeado de jeringas de mezcalina o de un Dostoievsky desdoblándose y percibiendo el divorcio entre su versión de la realidad y la realidad misma, tal y como debieron sentir Althusser al aflojar la corbata que le arrancó el aliento a Hélène o el restallar del cuerpo de Celan al sentir la brevísima resistencia de las aguas del Sena. Y se me ocurre que la intromisión de Marioralio en las correspondencias ajenas es debido al mismo móvil que mueve al lector contemporáneo a adquirir y leer los epistolarios de sus autores, la cual radica en una profunda soledad y a la terrible acedia que contiene la vida, lo cual se respira en las páginas de esta primera novela de Geney Beltrán Félix. Por lo que solamente diría, como en los depósitos radiactivos: Cartas ajenas es material inflamable: manéjese cuidadosamente.
Aquí un párrafo:
Cartas ajenas es atractiva y arriesgada, incluso, puede ser demasiado arriesgada para ciertos lectores, aquéllos que buscan algo que Daniel Sada llama, la “escritura mema”, porque Geney se va por el nocaut y juega en el último tramo de la novela con sus propias reglas –escribo ‘juega’ en tanto que trampea, engaña y busca concesiones– cuyo resultado es la deliberada descomposición de la realidad. Es decir, a medida que su personaje va tocando el fondo de la experiencia, y a la vez de un estado mental, el lector puede presentir una suerte de desquiciamiento, una corrosión del lenguaje que se amalgama con la oxidación de la trama. Hay en las últimas páginas una descomposición o desvirtuación que se percibe en algunos momentos. Pensaría un poco en logros del Sabato más osado, de un Onetti rodeado de jeringas de mezcalina o de un Dostoievsky desdoblándose y percibiendo el divorcio entre su versión de la realidad y la realidad misma, tal y como debieron sentir Althusser al aflojar la corbata que le arrancó el aliento a Hélène o el restallar del cuerpo de Celan al sentir la brevísima resistencia de las aguas del Sena. Y se me ocurre que la intromisión de Marioralio en las correspondencias ajenas es debido al mismo móvil que mueve al lector contemporáneo a adquirir y leer los epistolarios de sus autores, la cual radica en una profunda soledad y a la terrible acedia que contiene la vida, lo cual se respira en las páginas de esta primera novela de Geney Beltrán Félix. Por lo que solamente diría, como en los depósitos radiactivos: Cartas ajenas es material inflamable: manéjese cuidadosamente.
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