A los 24 años Esther Seligson empezó a publicar ensayos y artículos en revistas y suplementos de México. A lo largo de 2009, mientras escribía su último libro, Todo aquí es polvo, y sabedora ya de la condición endeble de su salud, la escritora se dedicó a hurgar en su memoria, sus cuadernos y archivos y, amparada en su férrea autocrítica, que la llevó a destruir numerosos inéditos que no la complacían, poco antes de su muerte, ocurrida en febrero de 2010, confió a su albacea literario dos volúmenes compilatorios: Escritos a mano, publicado hace cuatro meses por Editorial Jus y la UANL, y en que reunió obra de creación (relatos, poemas, aforismos, fragmentos de diario, ensayos breves) y Escritos a máquina, con su reflexión crítica sobre diferentes ámbitos de la creación artística: dramaturgia, teatro, poesía, novela, pintura, traducción... Así, Escritos a máquina, que acaba de publicar la Dirección de Literatura de la UNAM y pronto estará en librerías, puede considerarse no sólo el último eslabón de la obra literaria de Seligson, sino también una excelente puerta de entrada a las búsquedas y los acercamientos ensayísticos —siempre exigentes y siempre generosos— de esta autora fundamental de la literatura mexicana contemporánea.