«Sueña Jacob. La cabeza en una piedra a mitad del camino, de un camino: el de la huida. Y es una escalera que sube hasta el cielo. Ángeles van y vienen, ojos de pavo real en todo el cuerpo, largas alas negras plegadas hacia adelante. Alrededor se extiende el desierto, el cansancio, la fatiga del hurto, de la astucia. Porque Jacob ha robado y ha suplantado».
Esther Seligson, La morada en el tiempo.