En 2001 la editorial de Miguel Ángel Porrúa publicó un volumen de casi mil páginas: La conquista de México-Tenochtitlan, de Jaime Montell. En su momento la aparición de este volumen pasó casi inadvertida, pero en febrero de 2003 Jean Meyer publicó en Letras Libres una reseña extremadamente elogiosa. Meyer llamó al libro “crónica de crónicas” y de Montell señaló, entre otras cosas, que “ha tenido el feliz atrevimiento de darnos una historia actualizada y la más completa posible sobre la Conquista”. Jean Meyer resaltó en esa ocasión la solidez documental del libro de Montell, que “presenta, coteja, compara, discute todos los informes, documentos, relatos, historias, paso a paso, para cada episodio del reinado de Moctezuma y de la Conquista... sin prejuicio ni preferencia”.
Montell es el primer historiador mexicano desde Alfredo Chavero (que en 1884 publicó su Historia antigua y de la Conquista) en dedicarse a la escritura de una versión ambiciosa, completa y analítica de la Conquista. Frente al desdén que gran parte de los historiadores académicos mexicanos muestra hacia la divulgación, Jaime Montell se ha esmerado por ofrecer en La conquista de México-Tenochtitlan un resumen riguroso y amplio, pero sustancioso y ágil de la Conquista, dirigido no a públicos especializados sino al lector común.
Esta hazaña no es menor ni desdeñable, pues Montell no forma parte de la academia universitaria: se trata de un ranchero apicultor del norte de Veracruz, un lector voraz que durante muchos años, con cargo a su propio bolsillo, se dedicó a recopilar y estudiar toda la información documental existente sobre la Conquista. Mientras la historiografía académica mexicana, como ha señalado Enrique Florescano, se mantiene divorciada de la “memoria nacional”, Montell, quizá gracias a su propio distanciamiento del cenáculo universitario, en su acercamiento al tema de la Conquista ha logrado conjugar un sólido rigor documental con una capacidad narrativa muy vivaz y agradecible.