Bitácora de Geney Beltrán [χe’nɛi bel’tɾan], escritor mexicano (Tamazula, Durango, 1976).
viernes, diciembre 28, 2012
En la radio, hoy
A loas 3 de la tarde, hora del centro de México, participaré, junto a Armando González Torres, en el programa La Feria Carrusel de Libros, conducido por Fernando Fernández, y que se transmite por Radio México Internacional. Hablaremos sobre algunas de las novedades literarias más interesantes del 2012.
miércoles, diciembre 19, 2012
domingo, diciembre 02, 2012
Así de fácil
Paco Calderón, cartonista del periódico Reforma, concluye sobre las víctimas de la guerra del sexenio calderonista: «¿Miles de muertos? Sí, todos víctimas de sus víctimas. No de quien persiguió a éstos». Paco Calderón, para defender al por fin ex presidente Felipe Calderón, decide pasar por encima de numerosos testimonios de abusos cometidos por las fuerzas del ejército federal, que incluyeron en varios casos asesinatos cometidos por soldados. En este enlace se encuentra el cartón de referencia.
jueves, noviembre 22, 2012
En Querétaro
Estaré mañana viernes, a la 1.00 pm, dando una charla sobre la escritura de ficción en nuestros días, en el auditorio de la Facultad de Lenguas y Letras de la Universidad Autónoma de Querétaro, en Querétaro.
lunes, noviembre 19, 2012
Discutir en Greensboro
El viernes pasado participé, junto con los escritores Antonio Moreno Montero y Felipe Troncoso, en una interesantísima y polémica mesa de discusión sobre la situación actual del libro literario y la industria editorial en Latinoamérica. Esto fue en la Gleenwood Coffee and Bookshop, en Greensboro, Carolina del Norte, a las 5 pm. Los organizadores fueron Verónica Grossi y Alan Brilliant, quienes también tomaron parte en la discusión, aunque estaban sentados del lado del público.
Antonio, elgeney y Felipe
Antonio, Verónica, elgeney y Felipe; Al (sentado)
miércoles, noviembre 14, 2012
jueves, noviembre 08, 2012
La tercera generación de estadounidenses nacidos en México
Estaré la próxima semana en Wilson, Carolina del Norte, invitado por Barton College para dar una conferencia titulada La tercera generación de estadounidenses nacidos en México, sobre la presencia de la cultura de Estados Unidos en cierta franja de la narrativa de ficción mexicana reciente. Esto será el miércoles 14, a las 7.30 pm, en el Sam and Marjorie Ragan Writing Center de Barton College. Pronto iré mencionando aquí otras actividades que tengo programadas en este viaje.
lunes, noviembre 05, 2012
sábado, noviembre 03, 2012
jueves, octubre 25, 2012
La Palanca, 22
Una nota rápida para anunciar que ya salió el número 22 de la revista La Palanca, que dirigen Pablo Mayans y Diego José. Sigue este enlace y podrás bajar y leer su contenido.
miércoles, octubre 24, 2012
martes, octubre 23, 2012
CCX
No lo supe antes, pero en cada lugar en que hacíamos el amor tu cuerpo
me iba entregando como rehén a su fantasma. Y ahora tú que no quieres rescatarlo...
lunes, octubre 22, 2012
Habrá polémica...
Políticas culturales en México
Mesa de discusión sobre las becas, los premios, las ediciones y, en general, la promoción de la literatura en las instituciones del Estado
Participan:
María Rivera
Luigi Amara
Eduardo Huchín Sosa
Geney Beltrán Félix
¿Dónde? En la Casa Refugio Citlaltépetl (Citlaltépetl 25, entre Amsterdam y Campeche, Col. Hipódromo Condesa, México, D.F.)
¿Cuándo? Este miércoles 24 de octubre de 2012, a las 19:00 horas
Mesa de discusión sobre las becas, los premios, las ediciones y, en general, la promoción de la literatura en las instituciones del Estado
Participan:
María Rivera
Luigi Amara
Eduardo Huchín Sosa
Geney Beltrán Félix
¿Dónde? En la Casa Refugio Citlaltépetl (Citlaltépetl 25, entre Amsterdam y Campeche, Col. Hipódromo Condesa, México, D.F.)
¿Cuándo? Este miércoles 24 de octubre de 2012, a las 19:00 horas
sábado, octubre 20, 2012
CCIX
Cuando
el oportunista se pronuncia a favor de algo con lo que estamos de acuerdo, esa
enfermedad de la lengua que lo aqueja, llamada demagogia, emite un hedor, perceptible por los oídos, que lo
contradice.
viernes, octubre 19, 2012
CCVIII
Hay quienes, a falta de adversarios reales y de peso, lastiman tanto su
propio ego hasta que lo convierten en un enemigo tenaz y rencoroso.
jueves, octubre 18, 2012
CCVII
El odio es un movimiento del alma que, exiliada del amor, aspira a la
indiferencia. Su más feroz aduana es el rencor.
miércoles, octubre 17, 2012
Contra la aniquilación
La revista Letras Libres, en su número de octubre, incluye mi texto crítico «Contra la aniquilación», sobre la novela La luz difícil del escritor colombiano Tomás González (Alfaguara).
martes, octubre 16, 2012
viernes, octubre 12, 2012
CCV
El éxito es una cumbre diáfana. El fracaso no hay manera de saber cuándo
ha tocado por fin fondo.
jueves, octubre 11, 2012
CCIV
Tienes derecho a destruirte. ¿Por qué dejarle ese privilegio a los
demás? Hasta el más samaritano bien que sabría fortalecerse con la energía que
libere tu cuerpo durante su exterminio.
miércoles, octubre 10, 2012
Eduardo Antonio Parra comenta dos relatos
La antología Siete caminos de sangre. Narradores contemporáneos de Sinaloa, de la que hablé aquí hace algunas semanas, incluye dos relatos de mi libro Habla de lo que sabes. El autor del prólogo es un narrador a cuya obra le tengo un enorme respeto, Eduardo Antonio Parra, y él comenta en un párrafo lo siguiente:
“En
«Ese mundo de extraños» nos encontramos en cierta unidad habitacional
donde la vida cotidiana se pronto se ve expuesta a los avatares de la fantasía
y el absurdo, provocando en el lector ese extrañamiento tan caro a la
narrativa que lo impulsa a seguir el texto hasta el final. Experimental más en
el tema y su sentido que en la forma, el autor se perfila como un narrador experto
en insuflar, en quien lo lee, la incertidumbre que preside el tiempo que
vivimos, donde todo puede ocurrir y nuestras reacciones quizá sean tan engañosas,
tan ajenas, como los estímulos que nos proporciona la realidad. Ese mismo tenor
se advierte en «Perdonados por quién», historia en la que la incertidumbre se
acentúa en el ambiente caótico que reina en la urbe tras un fuerte temblor. En
medio de la destrucción, los personajes no atinan sino a dudar, y las dudas son
tan fuertes que trastocan el lenguaje mismo hasta llegar a anularlo. Dos
relatos que plasman la opresión a que nos someten los tiempos actuales y
nuestra incapacidad para comprenderlos que deviene frustración y tristeza.”
CCIII
No es
que hayamos perdido el arquetipo universal de la belleza, sino que nuestra visión
está nublada mientras no se purgue —a través de un arte de expiación que desde
la raíz destruya, al producirlo, a quien lo produce— el castigo ecuménico por
un siglo de genocidios. El XXI ha de entender cómo la belleza universal es
incompatible con la culpa colectiva.
martes, octubre 09, 2012
CCII
Invisible máscara del cuerpo, la piel todo recibe, nada olvida, todo
calla. De hablarlo, estallaríamos dejando ver un vacío lleno de rencor.
miércoles, octubre 03, 2012
CCI
Si tu prosa
es imprecisa, monocorde y carente de facultades perceptivas, de nada importa si
eres narrador-de-imaginación o novelista-sobre-la-realidad. El mérito no se
halla en fantasear o cronicar: la potencia de la diégesis narrativa viene del
lenguaje y no del asunto.
lunes, octubre 01, 2012
Yletrados
La revista electrónica Yletrados, editada por jóvenes escritores de Xalapa, Veracruz, recupera en su número 6 mi relato «La celda en la Ciudad». Aquí el enlace de la publicación.
domingo, septiembre 30, 2012
CC
Se ha de creer de nueva cuenta en el amor si y sólo si se ha pasado por una lobotomía del corazón, de la memoria, de la piel, de los ojos, de la lengua... y sobre todo del orgullo.
sábado, septiembre 29, 2012
CXCIX
El amor no muere, claro que no; sólo se queda ahí pudriéndose, sin más fuego, en la soledad de las vísceras.
jueves, septiembre 27, 2012
«El soplo sucio de la belleza» en Sólo cuento
Sólo cuento, la antología de narrativa breve que desde hace cuatro años viene publicando la UNAM a través de su Dirección de Literatura, incluye en su tomo IV, de este 2012, el relato «El soplo sucio de la belleza», de Nadia Villafuerte. En el índice aparecen también textos de Luis Rafael Sánchez, Alberto Barrera Tyszka, Mario González Suárez, José Agustín, Carlos María Domínguez, Leonardo Padura, Cristina Fernández Cubas, Evelio Rosero, Patricia Laurent Kullick, José Emilio Pacheco, Vicente Luis Mora, Elena Poniatowska, Agustín Monsreal, Héctor de Mauleón, Francisco Hinojosa y varios más. La selección fue realizada por Eduardo Antonio Parra y el prólogo es de David Toscana, dos verdaderos pesos pesados de la ficción literaria de hoy.
jueves, septiembre 20, 2012
En Aguascalientes
Dejo aquí una nota apresurada para consignar que este domingo 23, a las 5:00 pm, participaré, junto a Eduardo Huchín Sosa y Arturo Villalobos, en una mesa de discusión sobre la obra de Carlos Fuentes, un autor mexicano bastante poco leído, en la 44 Feria del Libro de Aguascalientes, organizada por el Instituto Cultural de Aguascalientes. La actividad se llevará a cabo en el Foro Anita Brenner de la Casa de la Cultura.
lunes, septiembre 17, 2012
Profética, tienda en línea
La tienda en línea de Profética es una excelente opción para comprar libros por internet... como, por ejemplo, mi libro de cuentos Habla de lo que sabes... antes de que se agote: sigue este enlace.
domingo, septiembre 16, 2012
La promesa del caos
La revista Timonel, en su número 6, de agosto de 2012, publica el texto crítico "La promesa del caos", de Francisco Meza Sánchez, sobre mi novela Cartas ajenas.
La promesa del caos
La promesa del caos
Francisco Meza Sánchez
Geney Beltrán Félix es uno de los
escritores jóvenes con mayor peso en la narrativa y la crítica literaria mexicana
actual. Su mirada penetrante ante la literatura y la relación que ésta sostiene
con la realidad lo han llevado convertirse en un crítico audaz y certero. El
constante ejercicio de una inteligencia sensible y sin concesiones puede
verificarse en su libro de ensayos El sueño
no es un refugio sino una arma (2009), en el que se compendian años de
lectura y de reflexión sobre la cultura impresa. A su vez, en su libro de
relatos Habla de lo que sabes (2009),
el autor muestra con una prosa ácida su talento como hacedor de historias.
Ahora, con Cartas ajenas, entrega una
novela que apuntala esa mirada cruda con la que acostumbra trabajar su obra y
la realidad. Marioralio, el personaje principal, es un individuo absolutamente gris,
arrinconado en el mundo de la lentitud; se convierte en un secuestrador de epístolas,
acto que será el inicio de una épica que lo hará transitar por la vida con una
velocidad antes insospechada. Este personaje transformará no sólo su existencia,
sino también la de quienes lo rodean. Las cartas, que en esta novela son los
detonadores de la evolución compleja del personaje (Marioralio antes de ser un
violador de correspondencias era un hombre enfermo de vacío, un ser que no podía
sentir), son un elemento que Beltrán ya había trabajado con estremecedores
resultados en “El cuerpo de Sicrano” texto con el que cierra su ya mencionado
libro de cuentos. En una
entrevista donde se le cuestionó al autor el por qué tomar como eje narrativo
un oficio que venía en desuso como la correspondencia postal y no el mundo de
la red, del ciberespacio; respondió: “Ser deliberadamente pasatista provoca un
extrañamiento en el lector: permite relatar el presente como si estuviera
compuesto por hechos pretéritos y, al mismo tiempo, sugiere el desafío de que
el pasado sigue vivo en eso que creemos lo más real”. Peculiarmente, Beata María
que es el personaje femenino de mayor relevancia es una vidente, es decir,
ciertos actos del futuro son trabajados dentro de la novela como hechos del
pasado. Marioralio obtendrá, a razón
de vivir la existencia de los otros, la capacidad de conocer el futuro. En ese
sentido, es verdaderamente interesante la manera en que Geney Beltrán va
construyendo su arquetipo de héroe, un ser que es capaz de amputarse la mano
derecha por sus ideales y que esa misma amputación, lo distinga de los demás
hombres, digamos una suerte de Jacob después de su lucha contra el ángel. Es
importante mencionar que al igual que el Caballero de la Mancha y Madame
Bovary, Marioralio transforma y trastorna su mundo interior y exterior a partir
de la lectura, en su caso, no es a través de novelas de caballería o amor, sino
de cartas. En fin, la aventura del caudillo tiene su origen en las palabras que
cuentan la historia de los otros.
En esta obra es destacable la cantidad de relatos que se sobreponen
al momento en que Marioralio
abandona su estado pasivo de voyerista y decide involucrarse en la vida de los
verdaderos dueños de las cartas. Así, la gran aventura comienza por pequeñas
cosas, en este caso concreto, abrir un sobre. Por ejemplo, nuestro héroe, frase que se repite
constantemente en la novela y que está construida con los ecos de la novelística
del siglo XIX, inicia su aventura epistolar con una carta dirigida a Helena.
Posteriormente llega hasta la dirección de esa mujer desconocida para descubrir
que ha fallecido y que su amante sigue visitando su departamento. Entonces
Marioralio decide tomar, en este caso no la vida sino la muerte de la mujer, y
escribirle una carta a Omar (su amante) en nombre de ella. Finalmente, los resultados
de tal profanación, cavar en el nombre de los muertos es como cavar en sus
tumbas, tendrán consecuencias fatales en el amante. Este relato que se encuentra dentro de otro relato, es decir,
composición en abismo, plantea
subyacentemente que las criaturas de la imaginación son municiones que impactan
lo real y lo pueden precipitar. Quizá, dicho planteamiento es la dirección de
sentido con mayor peso en Cartas ajenas.
En uno de los últimos capítulos “El
desencanto furioso”, Marioralio imagina: ”La Ciudad y su gente, toda ella
atrapada en la guerra civil incruenta, inmersa en su existencia de capitulación
y mezquindad, viejos y niños, hombres y mujeres que ya nada esperan, ya no
vuelven la mirada hacia ningún lado que no sea el instante inmediato, ése que
les exige ser esclavos obedientes de su hambre, su avaricia, su lujuria, que
los lleva a esconderse a sí mismos la realidad de su penuria propia, su
corrupción íntima, todos ellos sin futuro, sin dioses dentro de sí”. Este
fragmento es una posición crítica ante la decadencia y agotamiento de las
ideologías y las religiones en nuestra época; una radiografía frenética sobre
una sociedad absolutamente depredadora e impúdica. En voz del personaje, el
desencanto se nos presenta como la epidemia del siglo XXI, y donde la liturgia
de la moral es el acto cotidiano de lavarnos las manos frente al mar de cadáveres
y la veloz globalización de la injusticia. Así, Geney, con su personaje
principal, pone el dedo en la llaga una época regida por el ponciopilatismo y
el vasallaje.
Por otro lado, George Steiner señala que la muerte de los dioses deja un
inmenso vacío en los hombres, una nostalgia de absoluto. En Cartas
ajenas, la fabulación del porvenir es una necesidad, precisamente una forma
de llenar los páramos después de los derrumbamientos de la fe.
Estilísticamente, la prosa de Geney, como
él mismo lo ha declarado, tiene muchas influencias que van desde Flaubert,
Macedonio Fernández y Daniel Sada, por mencionar a algunos. Es destacable ver cómo
nuestro autor trabaja la oralidad; incluso, quizá de esa palabra provenga el
nombre de su personaje principal; su prosa se mueve entre los registros de un
profundo monólogo interno, diálogos veloces y las reconstrucciones del habla
cotidiana, es decir, Marioralio puede abandonar una reflexión honda sobre la náusea de la existencia
para mentarle la madre a Poza. Como lo advierten varios de sus críticos, la
sintaxis de esta novela es compleja, incluso podríamos denominarle extraña, y
le exige a su lector un grado de disciplina y concentración; sin embargo, el
libro ofrecerá sus recompensas. Se
intuye que la búsqueda del extrañamiento en el discurso, como la adverbialización
de adjetivos (por cierto uso común en el habla de la gente del campo y la
sierra: siempremente) es reflejo de
una búsqueda paralela en la historia. Es decir, que el lector por una turbación
al lenguaje convencional se intrigue, se desconcierte y se detenga con mayor
atención en lo que se está contando.
Geney arroja esta novela como un cartapacio;
en él, lo lectores encontrarán un personaje cuyo conjunto de características y
transformaciones durante su travesía lo destacan y lo hacen memorable. Un
personaje catalizador de la violencia contenida de los avasallados. A la vez,
la orfandad, las bajas pasiones, los crímenes de estirpe, y otros tantos temas, estarán manteniendo
la tensión dramática entre una revolución que no termina de explotar y la
promesa, casi segura, del caos.
sábado, septiembre 15, 2012
CXCVIII
En ese país acostumbraban lanzar su grito de libertad a medianoche; la luz del día la usaban para vender su democracia a cambio de una despensa.
miércoles, septiembre 12, 2012
La cultura, ¿para quién?
La revista Variopinto, en su número de septiembre, incluye un texto mío sobre la política cultural en México: formación de públicos, mecenazgos, educación artística.
CXCVII
Nada como ejercer la autobiografía bajo el disfraz del flamígero juicio a los defectos ajenos.
martes, septiembre 11, 2012
CXCVI
De repente, el escritor se ha vuelto un crítico de la vida cultural. Pérdida de tiempo. Para reformar, puritanamente, el medio literario, hay que reformar, purificando (es decir, deshumanizando), los temperamentos diversos de los seres humanos. Lo que importa son las obras, escritas para un futuro en que toda rencilla, todo rencor, toda discrepancia serán asunto de interés para fatigosos historiadores literarios. Lo demás tiene, cada vez más, el tufo del pontífice oportunista, demagógico e hipócrita.
lunes, septiembre 10, 2012
Museo de palentología
La revista Letras Libres de septiembre publica mi texto crítico "Museo de paleontología", sobre la novela Las afueras de Luis Jorge Boone (Ediciones Era/UNAM).
CXCV
A como ganamos edad, la intolerancia de los jóvenes resulta menos encantadora y, en algunos casos, hasta repulsiva. Todo se reduce (pensamos, ahora que nos empeñamos en interpretar la derrota como experiencia), no a un encomiable afán de rebeldía sino a mera ignorancia.
sábado, septiembre 08, 2012
CXCIV
Como crítico, no recomiendes (mentirosamente) a tu lector un tipo de literatura mediocre que, como lector, no te agradaría que otro crítico (mentirosamente) te recomiende.
viernes, septiembre 07, 2012
CXCIII
Refuta cada frase que parezca, de tan sin fisuras, de tan
correcta, un muro y no un camino. Desconfía de lo que por limpio y propio se
vuelve una lápida sobre el cuerpo de la lengua. Rehuyendo de la frialdad y la muerte,
llegará un día de manera natural la expresión "incorrecta", extraña hoy por híbrida:
el puente entre el pasado de la lengua y su vocación de abridora de mañanas.
Ahí apenas va empezando otra vez todo. Porque escribir-hoy significa intuir cómo la lengua quiere ser
mañana.
CXCII
¿Escribir bien? No. Eso sería escribir como han escrito
otros antes: una cosa masticada, algo reconocible o familiar pero ya sin jugo. “Escribir
bien” es la ambición del epígono. Se trata de otra cosa: de escribir en contra de
lo conocido, como si la lengua renegara de su historia y se exigiera volver a
nombrar las cosas. Escribir antibién, escribir contra lo bien hechecito significa
escribir-para-mañana: eso que ahora se revuelve contra las etiquetas pero que en
el futuro será considerado, clásicamente, y vuelta a empezar, "escribir bien".
martes, septiembre 04, 2012
CXCI
Pobres racionalistas, comprendámoslos: su razón no les alcanza para entender que la sola razón no alcanza para entender.
lunes, septiembre 03, 2012
El realismo extrañado
La revista Tierra Adentro, en su número de agosto-septiembre, publica en las páginas 84 a 86 un texto crítico de Marina Porcelli sobre mi novela Cartas ajenas.
Incluyo aquí el texto de Porcelli:
Cartas ajenas es el cuarto libro de Geney Beltrán Félix (Culiacán, Sinaloa, 1976) y su primera novela. Antes, Beltrán Félix publicó los ensayos El biógrafo de su lector (2003), El sueño no es un refugio sino un arma (2009) y un libro de relatos. Señalo la bibliografía porque creo que, justamente, Cartas ajenas reelabora elementos de estos dos géneros. Los incorpora, los re-ubica. Dividida en dos partes y un epílogo, con una prosa concisa, violenta, casi impecable, articulada en capítulos breves como cuentos, la novela se sitúa en una populosa —y a veces, sórdida— ciudad latinoamericana, para narrar el recorrido de una serie de personajes que, deslindados en apariencia, se vinculan a partir de una ruptura en la cotidianidad. Me explico mejor: un hombre (Marioralio) regresa a su trabajo en la oficina de correos, ha perdido una mano, se ha ido de viaje. Ya se nos ha anticipado sobre su necesidad existencial de abrir cartas ajenas. Y esta especie de parquedad del personaje —desencantado, contenido, sobre todo eso, contenido— lo hará enredarse con las historias que lee. Buscará a las personas de los remitentes, se involucrará en las situaciones, e irá formando, de esta manera, su propia identidad. Este es el disparador de la trama. Que en un primer momento, entiendo, puede resultar un disparate. Sin embargo, precisamente a fuerza de estas coordenadas un tanto inverosímiles, la prosa va forjando un mundo donde lo real nunca es estable, donde lo real siempre se moviliza: se torna huidizo, se quiebra. Para decirlo de una vez: estos corrimientos que crean las palabras construyen a lo largo del relato una suerte de realismo extrañado. Que habilita el hecho de que los personajes puedan estar mintiendo, o estén locos, o que en la superficie tersa de su cotidianidad irrumpa, fatalmente, lo fantástico. De esta manera, todos los niveles operan en simultáneo dentro de la narración, la ahondan, la complejizan. En tanto la escritura (las cartas) van conformando el primer vínculo por el cual Marioralio se acerca a la vida de los otros: a un hombre que se suicida luego de la muerte de su amante; a unas gemelas desesperadas; a un viejo brutal que busca impiadosamente a su hijo. Cada personaje es también la propia historia del empleado de correos, él se cifra y se organiza de acuerdo a lo que sucede con los demás. Pero, en contrapunto, casi toda la novela es sostenida por la oralidad. Se apoya en diálogos y monólogos internos, habilita la duda, la ironía, el sarcasmo, mostrando así una dinámica verbal intensa y, por momentos, conmovedora. Por eso, haciendo pie en este entrecruzamiento de claves, creo que la conocidísima frase de Paul Eluard calza en Cartas ajenas: “Hay otros mundos pero están en este.” Lo fantástico, en este caso, se vuelve posible, realidad palpable, es uno de los modos de la interpretación. Este es el caso de las gemelas, cuya historia inquietante parece desarrollarse fuera de los límites de nuestro universo euclidiano. O el de la empleada de correos, quien dice imponer la muerte próxima a cualquiera que se enfrente a ella, con sólo mirar a los ojos.
La segunda parte se articula como el envés de la parte anterior: es más discursiva, más ensayística, tiene una interioridad marcada, que resitúa al personaje principal en un protagonismo más nítido y enfático. Ahora, por fin, Marioralio habla. Claro que lo había hecho antes, pero, precisamente en este sector del libro, es la palabra de él la que va a desatarse con ferocidad: leemos, entonces, la historia de la pérdida de su mano y de su viaje; el enredo con los demás trabajadores en la oficina de correos, su desencanto furioso con la sociedad. Una perspectiva apocalíptica que exige cambio y renovación. Un monólogo esculpido dentro de una atmósfera brumosa, irreal, necesaria para hablar, justamente, de la realidad. Y aunque quizá la transición que va de la primera a la segunda parte exigía una gradualidad más marcada, un desarrollo más extenso, lo cierto es que en esta novela de Beltrán Félix la palabra siempre cuenta. Y me refiero a las acepciones posibles del término contar: la que remite a la narración clásica de un relato; y sobre todo, la que implica darle peso a las palabras, apreciarlas, proponer una mirada que busque movilizar la realidad del lector. Y esto último no es un rasgo menor. Para nada menor. Es una de las piedras madres por la cual se torna valioso este libro.
Incluyo aquí el texto de Porcelli:
Cartas ajenas es el cuarto libro de Geney Beltrán Félix (Culiacán, Sinaloa, 1976) y su primera novela. Antes, Beltrán Félix publicó los ensayos El biógrafo de su lector (2003), El sueño no es un refugio sino un arma (2009) y un libro de relatos. Señalo la bibliografía porque creo que, justamente, Cartas ajenas reelabora elementos de estos dos géneros. Los incorpora, los re-ubica. Dividida en dos partes y un epílogo, con una prosa concisa, violenta, casi impecable, articulada en capítulos breves como cuentos, la novela se sitúa en una populosa —y a veces, sórdida— ciudad latinoamericana, para narrar el recorrido de una serie de personajes que, deslindados en apariencia, se vinculan a partir de una ruptura en la cotidianidad. Me explico mejor: un hombre (Marioralio) regresa a su trabajo en la oficina de correos, ha perdido una mano, se ha ido de viaje. Ya se nos ha anticipado sobre su necesidad existencial de abrir cartas ajenas. Y esta especie de parquedad del personaje —desencantado, contenido, sobre todo eso, contenido— lo hará enredarse con las historias que lee. Buscará a las personas de los remitentes, se involucrará en las situaciones, e irá formando, de esta manera, su propia identidad. Este es el disparador de la trama. Que en un primer momento, entiendo, puede resultar un disparate. Sin embargo, precisamente a fuerza de estas coordenadas un tanto inverosímiles, la prosa va forjando un mundo donde lo real nunca es estable, donde lo real siempre se moviliza: se torna huidizo, se quiebra. Para decirlo de una vez: estos corrimientos que crean las palabras construyen a lo largo del relato una suerte de realismo extrañado. Que habilita el hecho de que los personajes puedan estar mintiendo, o estén locos, o que en la superficie tersa de su cotidianidad irrumpa, fatalmente, lo fantástico. De esta manera, todos los niveles operan en simultáneo dentro de la narración, la ahondan, la complejizan. En tanto la escritura (las cartas) van conformando el primer vínculo por el cual Marioralio se acerca a la vida de los otros: a un hombre que se suicida luego de la muerte de su amante; a unas gemelas desesperadas; a un viejo brutal que busca impiadosamente a su hijo. Cada personaje es también la propia historia del empleado de correos, él se cifra y se organiza de acuerdo a lo que sucede con los demás. Pero, en contrapunto, casi toda la novela es sostenida por la oralidad. Se apoya en diálogos y monólogos internos, habilita la duda, la ironía, el sarcasmo, mostrando así una dinámica verbal intensa y, por momentos, conmovedora. Por eso, haciendo pie en este entrecruzamiento de claves, creo que la conocidísima frase de Paul Eluard calza en Cartas ajenas: “Hay otros mundos pero están en este.” Lo fantástico, en este caso, se vuelve posible, realidad palpable, es uno de los modos de la interpretación. Este es el caso de las gemelas, cuya historia inquietante parece desarrollarse fuera de los límites de nuestro universo euclidiano. O el de la empleada de correos, quien dice imponer la muerte próxima a cualquiera que se enfrente a ella, con sólo mirar a los ojos.
La segunda parte se articula como el envés de la parte anterior: es más discursiva, más ensayística, tiene una interioridad marcada, que resitúa al personaje principal en un protagonismo más nítido y enfático. Ahora, por fin, Marioralio habla. Claro que lo había hecho antes, pero, precisamente en este sector del libro, es la palabra de él la que va a desatarse con ferocidad: leemos, entonces, la historia de la pérdida de su mano y de su viaje; el enredo con los demás trabajadores en la oficina de correos, su desencanto furioso con la sociedad. Una perspectiva apocalíptica que exige cambio y renovación. Un monólogo esculpido dentro de una atmósfera brumosa, irreal, necesaria para hablar, justamente, de la realidad. Y aunque quizá la transición que va de la primera a la segunda parte exigía una gradualidad más marcada, un desarrollo más extenso, lo cierto es que en esta novela de Beltrán Félix la palabra siempre cuenta. Y me refiero a las acepciones posibles del término contar: la que remite a la narración clásica de un relato; y sobre todo, la que implica darle peso a las palabras, apreciarlas, proponer una mirada que busque movilizar la realidad del lector. Y esto último no es un rasgo menor. Para nada menor. Es una de las piedras madres por la cual se torna valioso este libro.
domingo, agosto 26, 2012
Apunte
El novelista es el único escritor que
hoy podría aspirar a vivir de sus regalías. Esto en México raramente
sucede. El mercado mexicano es reducido; las fórmulas reconocidas por los
compradores de libros tienden a la banalidad y el entretenimiento. Ante esa
perspectiva, muchos escritores desarrollan una extremada conciencia de lo
literario, que los lleva a escribir con el prejuicio de buscar sólo la
aprobación de sus pares (paso requerido para ser becario de las instituciones
del estado), una vez que el diálogo inteligente con el lector común les
parece imposible. El panorama puede ser entonces el de una literatura epigonal,
repetitiva en sus heterodoxias, más atenta al gesto y el propósito que al
resultado y la obra. De entre la multiplicidad de tendencias, la que en el
futuro será predominante (no hay riesgo en hacer el fácil pronóstico) es la
"novela de la violencia": una en la que los temas del periódico y la
calle sean tratados con enfoque crítico y exploración lingüística. No
descalifico de entrada la presencia de temas de la violenta actualidad mexicana
como un recurso amarillista o mercantil; creo que de la "novela de la
violencia" pueden salir un Pedro Páramo o una ¡Absalón,
Absalón! El reto consiste en eludir la fórmula fácil que los editores
comerciales esperan (lenguaje utilitario, suspenso machacón, estereotipos aquí
y allá), y al mismo tiempo no enclaustrarse en búsquedas librescas de espesor
teórico onanista. Hablo de quedar bien con dios y con el diablo: un mundo
interior poderoso y una propuesta estética arriesgada: narrativa que dialogue
no sólo con los demás escritores, sino que también se acerque,
enriquezca y confronte a los lectores de a pie.
sábado, agosto 25, 2012
jueves, agosto 23, 2012
miércoles, agosto 22, 2012
martes, agosto 21, 2012
miércoles, agosto 15, 2012
martes, agosto 14, 2012
Dos falseamientos
La revista Letras Libres de este mes publica mi texto crítico «Dos falseamientos», sobre la novela El impostor, de Pedro Ángel Palou (Planeta).
martes, agosto 07, 2012
CLXXXV
El escritor que sólo critica a los políticos y no las implicaciones políticas de la literatura deja ver una idea muy pobre de la política y la literatura.
lunes, agosto 06, 2012
CLXXXIV
Lo que no entienden es que, igual que el Sabbath, la democracia se hizo para el hombre, y no el hombre para la democracia.
domingo, agosto 05, 2012
CLXXXIII
La crítica literaria es un ejercicio de lectura. Uno juzga un texto ajeno a partir no de las obras que ha escrito, sino de las que ha leído.
sábado, agosto 04, 2012
jueves, julio 26, 2012
Una Escorpio lee Cartas ajenas
Mi amiga Daphne comenta mi novela Cartas ajenas: aquí. Antes ya había escrito sobre Habla de lo que sabes
Siete caminos de sangre
Acaba de aparecer la antología Siete caminos de sangre. Narradores contemporáneos de Sinaloa, una selección realizada por Ilda Elizabeth Moreno, con prólogo de Eduardo Antonio Parra, y que incluye relatos de Eduardo Ruiz, Miguel Tapia Alcaraz, Juan José Rodríguez, Alfonso Orejel, César López Cuadras, Élmer Mendoza, y también dos míos, «Ese mundo de extraños» y «Perdonados por quién». Es una bella y muy cuidada edición de la Universidad Autónoma de Sinaloa, que estará a la venta en ferias de libro.
miércoles, julio 11, 2012
El narcisismo en el sexo
La revista Letras Libres de julio incluye mi texto crítico "El narcisismo en el sexo", sobre la novela Brama de David Miklos.
martes, julio 03, 2012
Habla Marioralio
Ya
los escucho: que esta intriga para desatascar el pudridero es una cosa ingenua.
Yo mismo he pensado, sí, que nuestra labor es ya inútil, que somos un
instrumento de ninguna importancia en la vida de esta gente. Pero de ahí vendrá
nuestro poder. De la nulidad, de lo invisible que somos, vendrá.
Llevaremos un mensaje. ¿Me están entendiendo? Una imagen de lo que pronto viene. Es una quimera, un incendio viable: una sola hoja con las palabras que los hartos, los vencidos, los de la indignidad forzada por tanta injusticia como arena en su boca esperan escuchar, esperan leer, sin siquiera saberlo ni intuirlo. Sé de todos ellos cómo son, qué ansían, cuáles sus mezquindades, cuáles sus fuerzas, sé cómo se han dejado rendir y cómo en lo incógnito de sí mismos se concentra, en forma de hacha, de palos, de rabia y aguijones: la posible, la cercana, la esperada respuesta de contraviolentación. Todo eso lo sé, y vive en mí, ¿no pueden verlo? Yo traigo la voz que los despierte y lance al otro borde posible del respirando. Sólo de mí saldrá, escuchen, sólo de mí el nuevo perfil de los instantes.
El método es simple y sólo así es poderoso. Esta hoja es volcánica. Aquí está, tengan, léanla. A partir de mañana será entregada. A cuántos: a todos. Empezaremos aquí, con esta Ciudad infinita. Los días que siguen iremos por las demás, por todas en esta tierra de lisiados.
Muchos no la leerán. Y otros, los tozudos que entreveo desde mi razón, desde mi violencia, los desalentados que ignoran lo que sienten porque toda furia ha sido extirpada de sus ojos, de su piel, del arco apagado de su voz para concentrarse en mis palabras: ellos sí. La leerán y les cambiará la vida.
Se prepararán para el día. Reunirán cuchillos pistolas palos taladros martillos sartenes. Cuando llegue por fin la madrugada, saldrán de sus casas. Llamarán a sus parientes, a sus vecinos, amigos. Aullarán, saltarán: el furor se extenderá por el aire sucio, por la incierta palidez de lo amaneciendo. De esas chozas de pobre lámina, de las barracas sin sal ni agua ni pan ni habla saldrá el hartazgo, ese rencor de herencias podridas, un solo alarido de tonos afilados como cuchillos de aire. Asaltarán los microbuses y los camiones y el metro rumbo a las colonias residenciales, a los rumbos enjuiciados de cada ciudad. Entrarán en las casas, no habrá resistencia en nadie: ni gorilas ni golpes ni enemigos ni nada. ¡Ja! Lincharán a los altos lacayos empresarios vendidos al postor extranjero, que en traje y corbata explotan el respirar de la gente, la llenan de cáncer y destruyen el agua y el aire, los ladroncísimos cardenales y obispos que me dan tanto asquito, los parlamentarios y traficantes de influencias, los especuladores y rapaces banqueros con sus esposas, sus hijos y amantes, y toda persona que se haya visto beneficiada por la verde mentira. Ah la iniquidad. Y les sacarán los ojos, les romperán la ropa, les cortarán la verga, las tetas, destruirán las ventanas con vitrales, aventarán los cuerpos asesinados a las albercas, los llevarán por las calles como trofeos, emascularán y empalarán a los juniorcitos que se llenan la nariz de coca y secuestran a las sirvientas y empleadas para quemarles con colillas de cigarros los pezones y el clítoris, violarlas mientras gritan ¡Chacha de mierda! y dejarlas casi muertas en algún canal de desagüe, perseguirán por las calles a los que intentan huir en sus autos importados: todas las salidas estarán bloqueadas con olas de gente que se agita y levanta, y luego de saciarse con las primeras muertes asaltarán los refrigeradores y las cavas, dormirán en las recámaras envueltos en sábanas suavísimas como si regresaran al vientre de sus madres.
Al día siguiente seguirá la extirpación: entrarán en las oficinas de los rascacielos donde despachan los abogados litigantes, los inversionistas, los gangsteriles dueños de los canales de televisión y los periódicos, los grandes negociantes, los cínicos funcionarios, los caciques de los partidos y los sindicatos, arrancarán las computadoras de sus conexiones en las paredes, tirarán por las ventanas los archiveros y las peceras y los diplomas y falsos títulos. Y al tercer día asaltarán las tiendas departamentales y las vinaterías y los almacenes de comida importada, se llevarán la ropa fina y los alcoholes y las piernas de jamón y los bacalaos, y al llegar la noche: todo ya tendrá un finalmente.
La venganza ah por fin. Matar y descuartizar a los que mataban y robaban y violaban nos habrá limpiado. El mal... ¿Saben qué es eso? Eso tiene cara y respira y escupe y coge, y responder a su violencia con ese linchar, ese gritar, ese saltar rojizamente hacia otra línea de futuro: eso, responderle, arrancará todo de raíz: sin verdugos ya que al matar mueran por dentro, sin víctimas que mastiquen la rabia siempremente en sus carrillos cansados para convertirla después en síes y jorobas de mezquindad e hipocresía. Los hombres nuevos, las nuevas mujeres, los por sí mismos vengados, serán ahora gente libre del dulce tacto del mal. De la memoria.
El tiempo volverá de nueva cuenta con su inicio.
Fragmento de Cartas ajenas.
Llevaremos un mensaje. ¿Me están entendiendo? Una imagen de lo que pronto viene. Es una quimera, un incendio viable: una sola hoja con las palabras que los hartos, los vencidos, los de la indignidad forzada por tanta injusticia como arena en su boca esperan escuchar, esperan leer, sin siquiera saberlo ni intuirlo. Sé de todos ellos cómo son, qué ansían, cuáles sus mezquindades, cuáles sus fuerzas, sé cómo se han dejado rendir y cómo en lo incógnito de sí mismos se concentra, en forma de hacha, de palos, de rabia y aguijones: la posible, la cercana, la esperada respuesta de contraviolentación. Todo eso lo sé, y vive en mí, ¿no pueden verlo? Yo traigo la voz que los despierte y lance al otro borde posible del respirando. Sólo de mí saldrá, escuchen, sólo de mí el nuevo perfil de los instantes.
El método es simple y sólo así es poderoso. Esta hoja es volcánica. Aquí está, tengan, léanla. A partir de mañana será entregada. A cuántos: a todos. Empezaremos aquí, con esta Ciudad infinita. Los días que siguen iremos por las demás, por todas en esta tierra de lisiados.
Muchos no la leerán. Y otros, los tozudos que entreveo desde mi razón, desde mi violencia, los desalentados que ignoran lo que sienten porque toda furia ha sido extirpada de sus ojos, de su piel, del arco apagado de su voz para concentrarse en mis palabras: ellos sí. La leerán y les cambiará la vida.
Se prepararán para el día. Reunirán cuchillos pistolas palos taladros martillos sartenes. Cuando llegue por fin la madrugada, saldrán de sus casas. Llamarán a sus parientes, a sus vecinos, amigos. Aullarán, saltarán: el furor se extenderá por el aire sucio, por la incierta palidez de lo amaneciendo. De esas chozas de pobre lámina, de las barracas sin sal ni agua ni pan ni habla saldrá el hartazgo, ese rencor de herencias podridas, un solo alarido de tonos afilados como cuchillos de aire. Asaltarán los microbuses y los camiones y el metro rumbo a las colonias residenciales, a los rumbos enjuiciados de cada ciudad. Entrarán en las casas, no habrá resistencia en nadie: ni gorilas ni golpes ni enemigos ni nada. ¡Ja! Lincharán a los altos lacayos empresarios vendidos al postor extranjero, que en traje y corbata explotan el respirar de la gente, la llenan de cáncer y destruyen el agua y el aire, los ladroncísimos cardenales y obispos que me dan tanto asquito, los parlamentarios y traficantes de influencias, los especuladores y rapaces banqueros con sus esposas, sus hijos y amantes, y toda persona que se haya visto beneficiada por la verde mentira. Ah la iniquidad. Y les sacarán los ojos, les romperán la ropa, les cortarán la verga, las tetas, destruirán las ventanas con vitrales, aventarán los cuerpos asesinados a las albercas, los llevarán por las calles como trofeos, emascularán y empalarán a los juniorcitos que se llenan la nariz de coca y secuestran a las sirvientas y empleadas para quemarles con colillas de cigarros los pezones y el clítoris, violarlas mientras gritan ¡Chacha de mierda! y dejarlas casi muertas en algún canal de desagüe, perseguirán por las calles a los que intentan huir en sus autos importados: todas las salidas estarán bloqueadas con olas de gente que se agita y levanta, y luego de saciarse con las primeras muertes asaltarán los refrigeradores y las cavas, dormirán en las recámaras envueltos en sábanas suavísimas como si regresaran al vientre de sus madres.
Al día siguiente seguirá la extirpación: entrarán en las oficinas de los rascacielos donde despachan los abogados litigantes, los inversionistas, los gangsteriles dueños de los canales de televisión y los periódicos, los grandes negociantes, los cínicos funcionarios, los caciques de los partidos y los sindicatos, arrancarán las computadoras de sus conexiones en las paredes, tirarán por las ventanas los archiveros y las peceras y los diplomas y falsos títulos. Y al tercer día asaltarán las tiendas departamentales y las vinaterías y los almacenes de comida importada, se llevarán la ropa fina y los alcoholes y las piernas de jamón y los bacalaos, y al llegar la noche: todo ya tendrá un finalmente.
La venganza ah por fin. Matar y descuartizar a los que mataban y robaban y violaban nos habrá limpiado. El mal... ¿Saben qué es eso? Eso tiene cara y respira y escupe y coge, y responder a su violencia con ese linchar, ese gritar, ese saltar rojizamente hacia otra línea de futuro: eso, responderle, arrancará todo de raíz: sin verdugos ya que al matar mueran por dentro, sin víctimas que mastiquen la rabia siempremente en sus carrillos cansados para convertirla después en síes y jorobas de mezquindad e hipocresía. Los hombres nuevos, las nuevas mujeres, los por sí mismos vengados, serán ahora gente libre del dulce tacto del mal. De la memoria.
El tiempo volverá de nueva cuenta con su inicio.
Fragmento de Cartas ajenas.
miércoles, junio 20, 2012
Vidas ajenas
¿Por qué, entonces, preocuparme de que los demás oigan mis confesiones como si fueran ellos a sanar todas mis dolencias? Son gente demasiado interesada en conocer vidas ajenas y perezosa en enmendar la suya.
San Agustín, Confesiones, X, 4
San Agustín, Confesiones, X, 4
martes, junio 12, 2012
Daba terror vivir
La revista Letras Libres de este mes tan fabuloso incluye mi texto crítico "Zonas extraterrenas", sobre la reedición de la primera novela de Francisco Tario, Aquí abajo, y sobre una antología de sus relatos, publicada por Atalanta.
martes, junio 05, 2012
Lina Meruane
El nuevo número de la revista Letras Libres incluye un elogioso texto crítico de Rafael Lemus sobre la novela Sangre en el ojo de la autora chilena Lina Meruane. Para abonar al interés por esta escritora, recupero aquí un enlace al texto crítico de Romeo Tello A., publicado en Tierra Adentro de abril-mayo de 2009, sobre una novela anterior de Meruane, Fruta podrida, publicada por el Fondo de Cultura Económica.
sábado, junio 02, 2012
Elogio de lo negro
En el nuevo número de la revista Periódico de Poesía, José María Espinasa publica su texto “Elogio de lo negro", sobre la poesía de Esther Seligson.
viernes, junio 01, 2012
Zona salvaje
La revista Luvina, en su número de verano, publica el texto crítico «Zona salvaje», de Marina Porcelli, sobre la primera novela de Nadia Villafuerte: Por el lado salvaje.
martes, mayo 29, 2012
viernes, mayo 11, 2012
La percepción radical
La Revista de la Universidad de México en su número de mayo incluye mi texto «La percepción radical», breve comentario sobre el mítico libro de brevedades filosóficas de Francisco Tario: Equinoccio.
jueves, mayo 10, 2012
El resto de la historia será así
La revista Letras Libres, en su nuevo número, incluye mi texto crítico «El resto de la historia será así», sobre la novela El Club de los Abandonados, de Gisela Leal, publicada por Alfaguara.
miércoles, mayo 09, 2012
viernes, mayo 04, 2012
CLXXX
Al tener ilusiones, y futuro ante sí para realizarlas, el joven debería prohibirse
la envidia, para no dar el espectáculo de quien no tiene, siquiera, talento
para creerse capaz de algo.
martes, mayo 01, 2012
viernes, abril 27, 2012
CLXXVIII
Nada ha de ser más fácil que alcanzar el poder en un país cuyos habitantes han renunciado a la crítica para entregarse a la autoconmiseración.
jueves, abril 26, 2012
CLXXVII
Si en el mundo no pasara nada (si a nadie nunca le pasara nada), dejaría de interesarnos la experiencia de construir tramas y personajes.
miércoles, abril 25, 2012
Semblanza sobre Sada
Publiqué una muy breve semblanza crítica de la obra narrativa de Daniel Sada en el número de diciembre pasado de la Revista de la Universidad de México. Aquí la recupero:
El fabulador que pobló el desierto
Geney Beltrán Félix
Daniel Sada debutó
en el terreno de la narrativa con una novela de título Lampa vida (Premià, 1980), de la cual él mismo renegaría
posteriormente. No es difícil, viendo la deriva de sus libros siguientes, comprender
la razón de su desistimiento: en Lampa
vida se advierte, sí, la búsqueda de un estilo híbrido, alimentado de las
jergas regionales del norte en no menor medida que de una lengua de signo
culterano, pero lo que no fluye en sus páginas es la construcción dramática,
que se advierte estancada en la aún muy densa exploración lingüística. Este
aspecto cambia a los pocos años, cuando el joven autor muestra su faceta como
cuentista: publica Un rato en 1984 (uam) y en 1985 Juguete de nadie (fce),
que ya contiene dos relatos magistrales: el que da título al volumen y “Todo y
la recompensa”. En ambos el estilo híbrido ha ganado flexibilidad: estamos ante
una “prosa rítmica” creada a base de encabalgamientos de versos de distinta
métrica (de siete, ocho y once sílabas, sobre todo), que mantiene su magnetismo
por léxico de procedencias dispares —regionalismos, arcaísmos, barbarismos—,
pero que nunca pierde de vista la peripecia vital y psicológica de sus
personajes. Es decir, más allá de la originalidad de su andamiaje estilístico, que
lo emparentaría con la audacia de João Guimarães Rosa y Carlo Emilio Gadda, hay
otro elemento, que no siempre se destaca al disertar sobre la ficción de Sada,
pero que ya en 1985 era discernible y que tiene un gran peso a la hora de
explicarnos el sitio canónico que le aguarda a sus libros: Sada es, como lo ha
mencionado Juan Villoro, un dotadísimo constructor de tramas y personajes,
afiliado en este rubro a la gran novela europea del xix.
El autor regresa
a la ficción de largo aliento con Albedrío
(Leega, 1989). El protagonista, Chuyito, es un niño que vive en un pueblo
del desierto. Decide huir de su familia para acompañar a un grupo de
“húngaros”. El viaje se convierte en una curiosa “educación sentimental”, lo
que da vuelos al narrador para desarrollar con delicado conocimiento la
psicología del niño, que se convierte en un entrañable ente de ficción.
Paralelamente, en Albedrío predomina
el octosílabo; es éste acaso el más “cantable” de los libros del autor, tanto
que Sada mismo pensaba que lo apropiado habría sido publicarlo en verso. Sin
embargo, como Albedrío tiene una
escasa distribución, no es sino hasta Registro
de causantes (Joaquín Mortiz, 1993), su más lograda colección de relatos —y
que también incluye algunos poemas—, que Sada adquiere un reconocimiento que se
tornaría definitivo, a partir de que esta galería de personajes de pueblos del
desierto norteño enfrentados, la mayoría de las veces, a situaciones de
aparente intrascendencia y presentados por una voz narrativa burlona y
carnavalesca, es distinguida con el Premio Xavier Villaurrutia.
En 1994 Daniel Sada
publica Una de dos, graciosa nouvelle sobre dos gemelas que comparten
el único novio que se les acerca. Una de
dos le permite a Sada llegar al mercado español con el respaldo de Carlos
Fuentes. En 1997, el escritor norteño publica El límite, un libro de varia invención en la editorial Vuelta,
dirigida por Octavio Paz. Pero la estatura continental de Sada se manifiesta
con una obra ambiciosísima, escrita en la categoría de la “novela total” y con
un ímpetu dramático balzaciano: Porque
parece mentira la verdad nunca se sabe (Tusquets, 1999). Esta “novela
política sin ideología”, como la llama el crítico Christopher Domínguez
Michael, parte de un incidente ocurrido en el pueblo Remadrín, del estado de Capila,
en un país de nombre Mágico: el día de la elección, las urnas son robadas
violentamente, y esto lleva a dos hermanos, Papías y Salomón, a dejar su casa,
en contra del consejo de su padre, para unirse a una protesta que habría de ser
reprimida. Sin embargo, el hecho político es pronto dejado en un segundo plano:
la novela desarrolla con pulso maestro una variedad de subtramas y personajes
secundarios que tocan temas de mayor calado, como la identidad, las relaciones
familiares, la rebeldía, el desencanto y la desidia, etcétera.
Porque parece mentira,
obra cumbre, significó un punto de no
retorno en la trayectoria de Sada. ¿Qué hacer después de un logro literario de
esa magnitud? Así, con la siguiente novela, este narrador se mudó a la gran
ciudad. Luces artificiales (Joaquín Mortiz,
2002) narra la historia de Ramiro Cinco, un joven de rasgos faciales feísimos
que, gracias a un herencia, viaja a la capital para hacerse una cirugía
estética. El choque con el nuevo escenario se refleja también en la prosa, que mantiene
su hibridez y talante rítmico, pero que también incorpora un ánimo procaz, que
en Ritmo delta (Joaquín Mortiz, 2005)
se vuelve agresivo: en esta nueva novela percibo un narrador que ha perdido la
identificación emocional con sus personajes —fauna citadina en que predomina la
vanidad, el interés y la estulticia—, vistos con todo menos compasión. Además,
la tendencia de Sada por la narración especulativa adquiere en Ritmo delta una densidad no siempre
fácil ni amable, incluso ni para el lector que ya se ha familiarizado con su
escritura. La duración de los empeños
simples (Joaquín Mortiz, 2006) cerraría lo que llamaríamos el Ciclo de la
Urbe: se trata de una novela breve, que en ocasiones ve naufragar en la
intrascendencia su manejo de los tempi narrativos,
sobre las obsesiones de tres personajes, un matrimonio y su único hijo.
El gran regreso
de Daniel Sada al norte se dio con Casi
nunca (Anagrama, 2008), extraordinaria novela que le supuso, con el Premio Herralde,
el reconocimiento internacional, y que recupera la ligereza y humor de las narraciones
del desierto, como Una de dos, a
través de una trama de apariencia simple, pero que le permite llevar a cabo
atinadísimos y muy sutiles estudios psicológicos de sus tres personajes: un
agrónomo, su amante prostituta y su recatada novia. La prosa fluye con un mayor
adelgazamiento estilístico, y alcanza un final de antología cuando se concreta
la unión sexual de los recién casados.
Daniel Sada
regresó al cuento con el tomo Ese modo
que colma (Anagrama, 2010), colección que manifiesta una evolución del
género no del todo advertida por la crítica: Sada se permite estirar las ligas
de la verosimilitud hasta llegar al absurdo, en una operación que lo llevaría a
romper la atadura con lo geográfico-regional y, a cambio, sugerir una
aproximación al tema de la frialdad de las relaciones interpersonales: entre
padres e hijos, entre los miembros de una pareja. Esta deriva se deja ver en su
última novela publicada en vida: A la
vista (Anagrama, 2011), que inicia con el asesinato del dueño de una
empresa de mudanzas, a manos de dos de sus choferes, y que —aunque podría haber
dado pie a una exploración de la violencia gratuita desde una atalaya afín a lo
trágico— se va diluyendo en una narración anticlimática de mínimos sucesos y un
abuso de lo especulativo.
Si bien en sus
inicios Daniel Sada fue ubicado en la corriente de la “narrativa del desierto”,
con la continuidad de su trayectoria es posible ensanchar los alcances de su
obra. Por un lado, sus libros son una lección de originalísima ambición
lingüística; su escritura recupera voces de regiones y épocas distintas y las
amalgama con un oído musical de lector de poesía de los siglos de oro y el
modernismo. No considero desacertado hablar de una prosapia latinoamericanista
en esta lengua híbrida y localizada. Por otro lado, Sada creó un narrador extradiegético
de rasgos idiosincráticos: es omnisciente pero no imparcial. Inspecciona la
psicología de sus personajes, se adentra en sus especulaciones y motivos, y
también se burla y los califica moral y hasta físicamente. Es un contador de
historias en la esquina de dos calles en un pueblo del desierto —así lo sugiere
Mario González Suárez—. Por último, tenemos al sabio constructor de tramas que,
como leemos en su portentosa Porque
parece mentira la verdad nunca se sabe, maneja numerosos hilos y destinos
con la aspiración balzaciana de darle a cada uno de sus personajes su espacio y
libertad, de tal modo que se vuelvan memorables.
viernes, abril 20, 2012
Que sí, me quejo por una coma
La editorial Tusquets ha reeditado recientemente, en su colección Maxi, la obra maestra de Daniel Sada: Porque parece mentira la verdad nunca se sabe. Como en efecto sí se sabe, la primera edición de esta novela portentosa fue publicada por el mismo sello en 1999, en los tiempos heroicos del editor Aurelio Major.
[Edición original de Porque parece mentira la verdad nunca sabe]
Digo tiempos heroicos con mucho de nostalgia porque ahora se ve que la editorial, por lo menos en México, pasa por momentos de penuria: la nueva edición ha alterado el título original. Alterado, sí, eso mismo. Ahora la novela es otra, y se llama Porque parece mentira, la verdad nunca se sabe. Es decir: Porque parece mentira [COMA] la verdad nunca se sabe.
[Nueva edición, nuevo título: Porque parece mentira COMA la verdad nunca sabe]
Sé que no se trata de un cambio decidido por el mismo Daniel, una petición hecha a los editores. De ningún modo. Para muchos el asunto parecerá menor: un simple descuido sin importancia, una coma que se coló antes de enviar a la imprenta. Pero no lo es. Por un lado, esa coma rompe el ritmo de la oración, y quien ha leído a Daniel Sada entiende la importancia del ritmo en su escritura. Por otro lado, y aunque suene exagerado, hay que recordar a Karl Kraus, quien dijo a su amigo Ernst Krenek, y esto ocurría en tiempos de guerra: «Sé que puede parecer banal preocuparse por una coma cuando se incendia la casa, pero es algo más importante de lo que parece. Si las comas hubieran estado en su sitio, nunca se hubiera llegado a esta destrucción». Curiosa coincidencia.
[Edición original de Porque parece mentira la verdad nunca sabe]
Digo tiempos heroicos con mucho de nostalgia porque ahora se ve que la editorial, por lo menos en México, pasa por momentos de penuria: la nueva edición ha alterado el título original. Alterado, sí, eso mismo. Ahora la novela es otra, y se llama Porque parece mentira, la verdad nunca se sabe. Es decir: Porque parece mentira [COMA] la verdad nunca se sabe.
[Nueva edición, nuevo título: Porque parece mentira COMA la verdad nunca sabe]
Sé que no se trata de un cambio decidido por el mismo Daniel, una petición hecha a los editores. De ningún modo. Para muchos el asunto parecerá menor: un simple descuido sin importancia, una coma que se coló antes de enviar a la imprenta. Pero no lo es. Por un lado, esa coma rompe el ritmo de la oración, y quien ha leído a Daniel Sada entiende la importancia del ritmo en su escritura. Por otro lado, y aunque suene exagerado, hay que recordar a Karl Kraus, quien dijo a su amigo Ernst Krenek, y esto ocurría en tiempos de guerra: «Sé que puede parecer banal preocuparse por una coma cuando se incendia la casa, pero es algo más importante de lo que parece. Si las comas hubieran estado en su sitio, nunca se hubiera llegado a esta destrucción». Curiosa coincidencia.
miércoles, abril 18, 2012
CLXXVI
En la escritura de ficción, ver a la construcción dramática como una limitación es tener una idea limitada de la construcción dramática.
viernes, abril 13, 2012
La certidumbre del monstruo
La revista Letras Libres publica, en su edición de este mes, mi texto crítico «La certidumbre del monstruo», sobre el libro El cuerpo en que nací de Guadalupe Nettel.
lunes, abril 02, 2012
Información urgente
El lugar más pequeño, dirigida por Tatiana Huezo Sánchez, es una película sobre la guerra salvadoreña y sus sobrevivientes. Se trata de un debut cinematográfico deslumbrante: reúne intuición estética y compromiso moral en su manejo emotivo, doloroso y vitalista a la vez, de testimonios e imágenes. Cito a Carlos Bonfil, en su comentario crítico publicado en el periódico La Jornada:
Algo que pudiera parecer tan trillado como la idea del renacer de toda una colectividad a partir de la devastación y las cenizas, la documentalista Tatiana Huezo lo transforma en una sugerencia poética muy certera con las imágenes de un parto animal o el gesto de una anciana que acaricia y consiente a su mejor gallina para que nuevamente empolle los huevos comprados a una vecina. Nueva vida animal y humana, diálogo muy vivo con los fantasmas, croar de ranas que informan de la tozudez de la naturaleza, explicación formidable del concepto de subversión como una silla puesta patas arriba que es preciso enderezar para poder al fin sentarse en ella. El lugar más pequeño es un poco todo eso con su animada asamblea de voces rebeldes.
miércoles, marzo 14, 2012
lunes, marzo 12, 2012
lunes, marzo 05, 2012
Edición para Kindle de Por el lado salvaje
Ya está a la venta, en Amazon, la edición para Kindle de la extraordinaria novela Por el lado salvaje de Nadia Villafuerte.
martes, febrero 21, 2012
A todos se nos acaba el tiempo
La revista Posdata publicó el año pasado un mi texto crítico sobre dos libros de dramaturgia de Vidal Medina: Garap y Galimatías. Aquí lo recupero.
A todos se nos acaba el tiempo
Por lo anterior, los personajes de Garap no tienen un fuste dramático propio; cada uno ejerce su función de acuerdo a la perspectiva exigida por las ideas que se quieren mostrar en torno al poder de la propaganda. Los conductores de televisión son conductores de televisión y nada más; los fanáticos religiosos se comportan como tal de principio a fin. Lo que la obra se dedica a hacer, y hace, con presteza y exactitud en el dominio de la sátira (es decir, lo que vuelve a Garap una obra interesante) es al mismo tiempo su limitación: el hecho de que se contente con sólo desarrollar la demostración de una idea, y descuide la construcción, a partir de ese horizonte de reflexión sobre la actualidad, un conflicto dramático no únicamente social sino también personal —o, en otra vena, Garap podría haber “complicado” o “decepcionado”, en el sentido en que utilizaba Jorge Cuesta el verbo decepcionar, el tratamiento de ese mandato filosófico. No es ésta una reprobación a que la dramaturgia debata ideas; pero si sólo se trata de exponerlas, de incorporarlas como el sustento central (no como un elemento entre otros), se está condenando la escritura dramática a una función ancilar. Y entonces la pregunta no sería por la funcionalidad literaria y teatral de la pieza, sino por la literalidad con que se apega a las ideas en cuestión.
No sucede así en otro registro de Vidal Medina. Galimatías —publicada en el tomo del mismo título junto a Roni, Cuentos para dormir a las visitas y Carne— es un “juego escénico para cuatro voces” (dos hombres y dos mujeres, de nombres Uno, Dos, Tres y Cuatro) que alternadamente narran y escenifican, con el recurso de la estrategia posdramática, la historia de un aspirante a novelista a quien el matrimonio y la paternidad terminan por mostrarle su condición de fracasado. Las cuatro voces se relevan en los papeles de Galimatías, su mujer, sus amigos, al tiempo que también asumen el rol de voces narrativas. La mezcla de puesta en escena y resumen narrativo permite una operación de cercanía y alejamiento ante la historia del personaje, lo que convoca que la acción traiga inserto su comentario.
En Garap ya veíamos una dicción paródica de los discursos públicos —mediáticos, políticos o religiosos—; acá la apuesta me parece más efectiva en términos de construcción dramática, pues deja ver, entre otros aspectos, de qué forma en el protagonista el lenguaje es un vehículo de la violencia y la misoginia (“no me gustaría atragantarme de pepinos y además disfrutarlo. Y encima quedar con una pelotota que saldrá por la cola a reclamarme toda la pinche vida por qué chingados lo traje al mundo”), si bien las derivas de humor no las veo de una irrebatible contundencia:
Cuatro: A todos los escritores les gustan las putas...
Tres: ...Somos todo los que ellos quisieran ser.
Como se me acaba del tiempo y el espacio, reviso brevemente los dos últimos textos incluidos en Galimatías. Por un lado, Cuentos para dormir a las visitas —monólogo, de factura irregular, que una mujer dirige a su hijo— sugiere, como si se tratara de una moneda de la que sólo se quiere dejar ver una cara, mucho que la voz delirante pretende ocultar: desde el rechazo al esposo y el recuerdo de un pretendiente de fantasía, hasta la reprobación a la vocación del hijo y justificaciones por los errores propios. Por último, Carne. Variaciones sobre la levedad y el peso es un muy breve texto en torno a un triángulo sexual que no llega a completarse, y que presiento que, más por su irresolución temática que por su brevedad, habría debido quedar fuera de los temas que el volumen Galimatías había venido presentando.
A todos se nos acaba el tiempo
Los
hechos tienen su origen en una palabra: Garap.
Se le encuentra en carteles a cada paso en la ciudad, se cuela entre las
noticias de la televisión y, sin embargo, aunque la gente cree hallarse ante una
nueva campaña de mercadotecnia, nadie tiene claro qué se les quiere vender. ¿Garap? ¿Qué es Garap? Los personajes dan allá y aquí diferentes respuestas: un
modelo nuevo de automóviles, el Anticristo, un producto de limpieza, un grupo
paramilitar…Pero el texto no otorga, al principio ni al final, ninguna certeza.
En Garap, Vidal Medina (Reynosa,
Tamaulipas, 1976) ejemplifica en la escena, con las herramientas de la sátira y
el esperpento, las ideas de Baudrillard en El
sistema de los objetos. Así, aunque nunca se llega a saber qué hay detrás
de esa simple palabra, el efecto que provoca en los personajes es violentísimo:
lleva a una destrucción que todo lo trastoca. Hacia el final de la obra, el
Subcomandante, un líder guerrillero, refrenda esta transformación
incontrolable, al tiempo que sugiere que Garap
habría sido sólo un pretexto que hizo salir aquella tendencia a la
degradación y el conflicto que ya estaba en todos: “O tal vez nada más nos
estamos volviendo viejos, paranoicos, locos, enfermos de poder, esquizofrénicos,
débiles, cobardes, putos, putas”.
Por lo anterior, los personajes de Garap no tienen un fuste dramático propio; cada uno ejerce su función de acuerdo a la perspectiva exigida por las ideas que se quieren mostrar en torno al poder de la propaganda. Los conductores de televisión son conductores de televisión y nada más; los fanáticos religiosos se comportan como tal de principio a fin. Lo que la obra se dedica a hacer, y hace, con presteza y exactitud en el dominio de la sátira (es decir, lo que vuelve a Garap una obra interesante) es al mismo tiempo su limitación: el hecho de que se contente con sólo desarrollar la demostración de una idea, y descuide la construcción, a partir de ese horizonte de reflexión sobre la actualidad, un conflicto dramático no únicamente social sino también personal —o, en otra vena, Garap podría haber “complicado” o “decepcionado”, en el sentido en que utilizaba Jorge Cuesta el verbo decepcionar, el tratamiento de ese mandato filosófico. No es ésta una reprobación a que la dramaturgia debata ideas; pero si sólo se trata de exponerlas, de incorporarlas como el sustento central (no como un elemento entre otros), se está condenando la escritura dramática a una función ancilar. Y entonces la pregunta no sería por la funcionalidad literaria y teatral de la pieza, sino por la literalidad con que se apega a las ideas en cuestión.
No sucede así en otro registro de Vidal Medina. Galimatías —publicada en el tomo del mismo título junto a Roni, Cuentos para dormir a las visitas y Carne— es un “juego escénico para cuatro voces” (dos hombres y dos mujeres, de nombres Uno, Dos, Tres y Cuatro) que alternadamente narran y escenifican, con el recurso de la estrategia posdramática, la historia de un aspirante a novelista a quien el matrimonio y la paternidad terminan por mostrarle su condición de fracasado. Las cuatro voces se relevan en los papeles de Galimatías, su mujer, sus amigos, al tiempo que también asumen el rol de voces narrativas. La mezcla de puesta en escena y resumen narrativo permite una operación de cercanía y alejamiento ante la historia del personaje, lo que convoca que la acción traiga inserto su comentario.
En Garap ya veíamos una dicción paródica de los discursos públicos —mediáticos, políticos o religiosos—; acá la apuesta me parece más efectiva en términos de construcción dramática, pues deja ver, entre otros aspectos, de qué forma en el protagonista el lenguaje es un vehículo de la violencia y la misoginia (“no me gustaría atragantarme de pepinos y además disfrutarlo. Y encima quedar con una pelotota que saldrá por la cola a reclamarme toda la pinche vida por qué chingados lo traje al mundo”), si bien las derivas de humor no las veo de una irrebatible contundencia:
Cuatro: A todos los escritores les gustan las putas...
Tres: ...Somos todo los que ellos quisieran ser.
Roni
y Cuentos para dormir a las visitas
también se apropian del tema de los lazos familiares. Ya no es la paternidad
como en Galimatías. Roni presenta a tres hermanos. Todo
ocurre a lo largo de una madrugada en que Totó, el segundo, está dedicado al
trabajo oficinesco que se ha llevado a casa y el desempleado Antonio, el
primogénito, busca revelarle al menor, Roni, un secreto que le concierne
directamente. Antonio se siente lacerado por una condición anímica y psíquica
de vulnerabilidad (“Allá afuera hay una marea negra apoderándose de todos. Yo
no estoy exento de sucumbir a su negra mano. Algún día todos lo haremos, su
aliento es oscuro así como su rostro, es una neblina oscura que da vueltas en
las esquinas, una neblina poderosa que se mete por las fosas nasales y sale por
la boca del estómago después de consumirlo todo...”). La acción dramática es
mínima: lo central de la pieza es el choque de los dos hermanos mayores, que
abonan las suspicacias de Roni, quien, acaso influido por Antonio (“A todos se
nos acaba el tiempo”), enuncia una visión pesimista de la existencia humana...
con la ayuda de una calculadora. El resultado es un texto compacto y angustiante
en torno a los secretos y dependencias presentes en las relaciones fraternas.
Como se me acaba del tiempo y el espacio, reviso brevemente los dos últimos textos incluidos en Galimatías. Por un lado, Cuentos para dormir a las visitas —monólogo, de factura irregular, que una mujer dirige a su hijo— sugiere, como si se tratara de una moneda de la que sólo se quiere dejar ver una cara, mucho que la voz delirante pretende ocultar: desde el rechazo al esposo y el recuerdo de un pretendiente de fantasía, hasta la reprobación a la vocación del hijo y justificaciones por los errores propios. Por último, Carne. Variaciones sobre la levedad y el peso es un muy breve texto en torno a un triángulo sexual que no llega a completarse, y que presiento que, más por su irresolución temática que por su brevedad, habría debido quedar fuera de los temas que el volumen Galimatías había venido presentando.
Vidal
Medina, Garap. México, Ediciones El
Milagro, 2008. Teatro Emergente.
Vidal
Medina, Galimatías. México/Monterrey,
Conaculta/Conarte, 2008. 99 pp. Fondo Editorial Tierra Adentro.
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